lunes, agosto 16, 2010

La mitad de los padres españoles confiesa que sus hijos comen mal

La hora de la comida es un suplicio para la mitad de los padres españoles porque sus hijos son "malcomedores", ya que se niegan a probar aquello que no les gusta y pasan de la verdura, la fruta, las legumbres y los pescados.
Así se desprende de un estudio realizado este año por el Observatorio de la Nutrición Infantil en el que se ha entrevistado a más de novecientas familias de diferentes comunidades autónomas, con niños de entre uno y diez años.
El doctor Luis Ros, jefe de la Unidad de Gastroenterología y Nutrición Infantil del Hospital Miguel Servet de Zaragoza, ha precisado que uno de cada tres niños come muy poca variedad de alimentos y casi la mitad no llega a tomar nunca los más saludables.
En este punto radica una de las causas del comportamiento del niño "malcomedor" porque, para evitar enfrentamientos y castigos, los padres terminan ofreciéndole sólo aquello que le gusta.
Los primeros síntomas se detectan a partir de los dos años, momento en que se incurre en el primer error: "pensar que con el tiempo se solucionará el problema y que acabarán comiendo de todo por iniciativa propia".
Sin embargo, ha apuntado el experto, conforme crecen, el conflicto se va agravando, ya que a los diez años un niño lleva más de cinco alimentándose incorrectamente y esa conducta es muy complicada de cambiar.
Ros ha comentado que los malos hábitos alimenticios pueden derivar en problemas en el desarrollo físico y psíquico, provocan un bajo rendimiento escolar y desembocan en trastornos como la obesidad, la anorexia y la bulimia.
Luis Torres, psicólogo infantil, ha dicho que las causas principales de esta situación residen en la "cesión" a los caprichos y deseos del niño, en detrimento de una ausencia de normas que cumplir a la hora de las comidas.
El 90 por ciento de los padres admite que se enfada con sus hijos ante el rechazo de la comida y que la duración del almuerzo se prolonga en exceso.
Los niños con esta tendencia emplean una media de 45 minutos para comer, prácticamente el doble de tiempo que sus padres consideran suficiente y que ronda los veinte minutos.
Los progenitores confiesan que terminan cediendo a las preferencias del niño o intentan distraerlo con juegos o la televisión. Un 75 por ciento de los pequeños come viendo la televisión y tarda el doble de lo habitual.
Torres, autor del libro "Aprendiendo a enseñar. Estrategias sencillas para educar", ha esgrimido que "cuando la conducta de los padres es ceder a los antojos del niño, se favorece que el comportamiento tienda a perpetuarse".
El psicólogo infantil ha agregado que las discusiones y los enfados llevan al niño a negarse a participar de la comida, puesto que concibe este momento como una situación de estrés y, por tanto, intentan evitarla a toda costa, con "la consiguiente imposición por parte de los padres, la discusión y vuelta a empezar".
Casi un 70 por ciento de los padres de niños que comen mal reconoce abiertamente que esto preocupa de forma importante a la familia y que es algo que merma su estado físico y psicológico, al verse sobrepasados.
Los expertos han apostado por establecer unas normas y una disciplina en cuanto a las comidas, respetar unos horarios y unas costumbres en la mesa, como comer en familia, no permitir la selección de alientos y evitar la televisión y los juegos.
"Cuando transcurren los 20 ó 25 minutos que debe durar la comida, y si el niño se ha negado a comer en ese tiempo, se le retira el plato de la mesa sin provocar discusión o manifestar enfado, y se intenta evitar que coma hasta la siguiente comida", ha recomendado Torres.
Sobre todo, ha aconsejado "restar importancia" a la comida e intentar hablar de otros temas durante el tiempo que se pase en la mesa, para evitar que el niño utilice el negarse a ingerir como un "chantaje" emocional con el que lograr ser "el centro de atención".
Ambos especialistas han insistido en atajar el problema a los dos años, cuando empieza a manifestarse, o incluso antes, puesto que, con el paso del tiempo, cada vez será más complicado.
Ros ha explicado que el proceso de reeducación en el que se instauren buenos hábitos puede ser "lento" y prolongarse hasta un año, en el que es posible que el menor coma menos y sea necesario utilizar algún complemento nutricional.

El Observatorio de la Nutrición Infantil realiza el primer Estudio Pediasure sobre niños ‘malcomedores’, para elaborar un plan de ayuda a los padres. Un 47% de las familias admite que sus hijos comen mal 21/12/2009
Gran parte de las familias españolas están perdiendo los buenos hábitos alimenticios. Lejos quedan los tradicionales potajes y los niños son cada vez más selectivos con las comidas, hasta que reducen sus menús a unos pocos alimentos y su aporte nutricional es escaso. Esto es lo que se desprende del Primer Estudio Pediasure sobre Niños Malcomedores, que acaba de publicar el Observatorio de la Nutrición Infantil, y a través del cual un 47% de las familias españolas con niños entre 1 y 10 años admite que sus hijos son malcomedores, es decir, que comen bien poca cantidad de alimentos, poca variedad o ambas circunstancias a la vez.
Por Comunidades Autónomas, Cataluña es la que ha registrado el porcentaje más elevado de familias que reconocen que sus hijos comen mal, con un 51%, mientras que en el País Vasco se dio la tasa más baja, con un 27%.
La investigación pretende detectar las causas del comportamiento del niño malcomedor y, en consecuencia, aportar una serie de medidas que ayuden a los padres a solucionar este problema que, además de perjudicar a la salud de los hijos, convierte las comidas en momentos de estrés, discusiones, enfados y castigos, afectando también a los padres.
Según este estudio, el primero de estas características a nivel nacional, uno de cada tres niños come muy poca variedad de alimentos y casi la mitad no llega a comer nunca alimentos un poco más “difíciles” como verduras, legumbres o pescado. Para los expertos, en este punto radica una de las causas del comportamiento del niño malcomedor, ya que al rechazar este tipo de alimentos y para evitar enfrentamientos, los padres terminan ofreciendo sólo aquellos alimentos que le gustan.
Un comportamiento que se agrava con la edad
Los padres empiezan a detectar los primeros síntomas de niño malcomedor a partir de los 2 años, momento en el que ya incurren en el primer error: pensar que con el tiempo se solucionará el problema y los niños empezarán a comer de todo por iniciativa propia. Sin embargo, “conforme crecen, el problema se agrava y se produce una disminución progresiva de la cantidad y la variedad de alimentos que acepta el menor. En general, a los 10 años, un niño malcomedor lleva más de 5 alimentándose incorrectamente y esa conducta es más complicada de cambiar”. Así lo explica el doctor Luis Ros, jefe de la Unidad de Gastroenterología y Nutrición Infantil del Hospital Miguel Servet de Zaragoza, y que en 2008 también participó en un proyecto piloto que analizó la incidencia de niños malcomedores en la provincia zaragozana, “donde los resultados fueron similares a los de este último informe”, apunta.
Causas y Consecuencias
El especialista en Pediatría insiste en que con el paso del tiempo los malos hábitos de alimentación se van a multiplicar, “lo que puede suponer un riesgo para el desarrollo físico, o provocar un escaso rendimiento escolar e incluso desembocar en trastornos de la alimentación como obesidad, anorexia o bulimia”. El doctor Ros comenta la posible relación entre el comportamiento del niño malcomedor y diversos problemas en la adolescencia entre ellos la obesidad, “por lo que es necesario en estos casos consultar al pediatra para que este trate de solventar el problema antes de que realmente los niños empiecen a acusar problemas de salud más graves”.
El problema del niño malcomedor, según concluye el estudio Pediasure, es ligeramente más frecuente en chicos que en chicas y también más en aquellos que son hijos únicos. Según los especialistas, las causas principales residen en la cesión por parte de los padres a los caprichos y deseos del niño, en detrimento de una ausencia de normas que cumplir a la hora de las comidas.
El 90% los padres entrevistados admite que se enfada con sus hijos ante el rechazo de la comida y que prolongan en exceso las comidas. Según el estudio, los niños malcomedores emplean una media de 45 minutos para comer, prácticamente el doble del tiempo que sus padres consideran suficiente, y que ronda los 20 minutos. Ante esta situación, los progenitores confiesan que terminan cediendo a las preferencias del niño, o intentan distraerlo con juegos o la televisión. Un 75% de los niños come viendo la televisión y tarda el doble de lo habitual.
El psicólogo infantil y coautor del libro Aprendiendo a enseñar. Estrategias sencillas para educar, Luis Torres Cardona, apunta que “cuando la conducta de los padres es ceder a los antojos del niño, se favorece que el comportamiento tienda a perpetuarse”
El experto explica que las discusiones y los enfados a la hora de comer llevan al niño a negarse a participar de la comida, “puesto que concibe este momento como una situación de estrés y por tanto intenta evitarla a toda costa, con la consiguiente imposición por parte de los padres, la discusión y vuelta a empezar”. Así, el estudio detecta que en el 40% de las ocasiones la hora de comer termina en enfrentamiento.
Pero estas circunstancias no sólo afectan al desarrollo y la salud del niño, sino que también influyen negativamente en los padres, que se ven sobrepasados por una situación que merma su estado físico y psicológico. Casi un 70% de los padres de niños malcomedores reconoce abiertamente que el problema del hijo preocupa de forma importante en la familia, especialmente por las repercusiones en el desarrollo físico.
Proceso de reeducación
Los problemas de los niños malcomedores suelen aparecer a partir de los dos años, por lo que los especialistas aconsejan comenzar cualquier intervención en esa edad, o incluso antes, para evitar el desarrollo de este comportamiento.
En caso de que el problema ya esté instaurado, se debe iniciar un proceso de reeducación en los hábitos alimentarios, “que a menudo no resultará sencillo”, apostilla Luis Torres Cardona.
El doctor Ros, igualmente, reconoce que “el proceso de reeducación en el que se instauren buenos hábitos alimentarios puede ser lento y prolongarse hasta un año, en el que incluso es posible que el niño coma menos. Por esto, es conveniente consultar con el pediatra por si es necesario añadir a su alimentación algún tipo de complemento nutricional para asegurarnos de que está correctamente nutrido”.
En este punto el doctor aclara que los suplementos nutricionales no son vitaminas ni estimulantes del apetito, sino que suponen un aporte añadido. Esto permite que el niño tome una parte de las calorías y los nutrientes que necesita a diario y con ello desarrolle una actividad normal sin ver afectado su rendimiento escolar".
Estos suplementos pueden ser artesanales (como añadir mermelada o hacer empanados), o bien productos elaborados, habituales por ejemplo entre los deportistas, y que se presentan como batidos de sabores atractivos a la vista y al paladar de los niños. “Hasta que se cambien los hábitos en la ingesta de cantidad y variedad de alimentos, los pediatras recomendamos en muchas ocasiones este tipo de ayuda para asegurar una correcta nutrición del niño, que lejos de lo que se suele creer, es algo que no se consigue sólo con vitaminas y estimulantes”, reitera el doctor Ros.
Otras medidas que recomiendan tanto pediatras como psicólogos son establecer unas normas y una disciplina en cuanto a las comidas. Respetar unos horarios y unas costumbres en la mesa, como intentar comer en familia, regular la alimentación o no permitir la selección de alimentos.
Para Luis Torres Cardona es especialmente importante hacer de la comida un momento agradable, evitando los enfados y las discusiones. Para ello, recomienda que “cuando transcurran los 20 o 25 minutos que debe durar la comida, y si el niño se ha negado a comer en ese tiempo, se le retire el plato de la mesa sin provocar discusión o manifestar enfado, e intentar evitar que coma hasta la siguiente comida”.
El psicólogo apunta que el primer paso está en ser “paciente, firme y consistente” a la hora de establecer unas normas para el momento de la comida como compartir mesa con los adultos para que los niños imiten sus hábitos, evitar ver la televisión y los juegos, no ceder a los caprichos del niño, reforzar sus comportamientos positivos y desatender los negativos, y sobre todo, “restar importancia a la comida e intentar hablar de otros temas durante el tiempo que se pase a la mesa”.
Ficha técnica del estudio
El Primer Estudio Pediasure sobre Niños Malcomedores es la primera investigación que se realizan en España a nivel nacional para conocer en qué grado los niños presentan comportamientos malcomedores.
La investigación ha sido lanzada por el Observatorio de la Nutrición Infantil, una iniciativa de carácter privado que cuenta con el auspicio de Abbott Nutrition, y cuyo objetivo es elaborar estudios y difundir sus resultados con el fin de concienciar a las familias de niños malcomedores sobre el problema y aportar soluciones que incrementen la calidad de vida de los menores y sus padres.
El principal objetivo del estudio es identificar el porcentaje de niños mal comedores, desde el reconocimiento de los padres, profundizando en el comportamiento de los padres ante la nutrición de sus hijos y nivel de conocimiento de tratamientos para estos niños.
Así, sobre un universo de 2.500 familias con hijos de entre 1 y 10 años, se seleccionó una muestra de 906, repartidas por las comunidades autónomas de Andalucía, Madrid, C. Valenciana, Galicia, Cataluña y País Vasco, y en las que había niños que comen mal habitualmente o a temporadas y que ingieren poca cantidad o poca variedad de alimentos.
La metodología empleada fue cuantitativa, bajo la técnica de entrevista personal, recogiendo la información a través de un cuestionario estructurado de una duración aproximada de 15 minutos, de carácter fundamentalmente cerrado.
El trabajo de campo se ha llevado a cabo durante la primera quincena del mes de octubre de 2009 y el número de 906 entrevistas permite trabajar con un error muestral de ±3.3%.

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