DEBATE SOBRE JESUCRISTO Las transgresiones de Jesús JUAN ARIAS DOMINGO - 14-03-2010
Se oculta todavía algún secreto en los evangelios, los escritos más traducidos del mundo y sobre los que se han publicado millones de libros? ¿Puede aún decirse algo nuevo sobre Jesús de Nazaret, el profeta maldito, que fue crucificado por loco y subversivo? Jesús siempre ha sido presentado como un líder religioso que dio origen a una nueva Iglesia, nacida del judaísmo, lo que no es cierto. Jesús no pensó en ningún momento en fundar una nueva religión, ya que él las combatía todas por estar basadas en la violencia y en los ritos sacrificiales, en el dolor y en la falta de libertad.
Analizando, sin embargo, los textos antiguos bajo otra luz, se puede deducir que, a pesar de que usaba el lenguaje y la cultura de su tiempo, que eran fundamentalmente religiosos, Jesús mira más lejos. Tiene otras intuiciones que no son puramente religiosas, sino de transformación de la especie humana. Habla a los hombres de su tiempo como si se dirigiera a una sociedad diferente, que ha superado las debilidades y los límites de lo humano. Quizá por ello muchos analistas bíblicos suelen afirmar que su mensaje es "utópico". En realidad es mucho más que eso. Siempre ha resultado intrigante que tanto las palabras como los actos de Jesús trazan una línea de ruptura absoluta con lo actual. (...) Su mensaje trasciende lo cotidiano y quizá por eso no lo entienden ni siquiera cuando habla con parábolas. Sus propios familiares creían que estaba loco. Las autoridades judías del templo y las civiles y políticas tampoco lo comprenden y por eso acaban uniéndose para condenarle a muerte. Queda perplejo ante él incluso Pilatos, que confiesa no ver en aquel profeta delito alguno. (...) Era el hombre del antipoder y de la antiviolencia. La paradoja es que los únicos que parecían entenderle, o por lo menos intuir su originalidad, eran los marginales de la sociedad, aquellos que no tenían nada que perder: lisiados, leprosos, cojos, ciegos, mudos, endemoniados, prostitutas y, en general, todas las mujeres. Aunque en especial una, la gnóstica Magdalena, que pudo haber sido su compañera sentimental e incluso la madre de sus hijos y a la que los apóstoles miraban con desconfianza, porque sabían que ella conocía los secretos del Maestro que a ellos les escondía.
No es posible analizar los cuatro evangelios canónicos, los únicos que la Iglesia considera inspirados por Dios, sin tener en cuenta también los evangelios gnósticos, descubiertos hace poco más de sesenta años, todavía poco estudiados y que el catolicismo rechaza como herejes, quizá porque intuye que guardan todavía secretos no desvelados sobre la verdadera personalidad del profeta de Nazaret y de su doctrina. Los escritos gnósticos pueden ofrecer una lectura nueva de los evangelios canónicos en lo relacionado con el anuncio de Jesús de un nuevo reino. Este concepto, visto a la luz de estos escritos, ya no se refiere a una nueva forma religiosa ni siquiera a una nueva ética superior a la judía, sino a algo mucho más inédito y revolucionario: un salto de la actual especie humana a otra diferente que no se funde en los cánones de la violencia. Jesús sería entonces el encargado de desvelar el flamante rostro de esta humanidad conforme al conocimiento y sabiduría gnósticos y lo hizo en parte en los secretos que reveló en exclusiva a María Magdalena.
(...) No hay duda de que Jesús quiebra y desobedece todas las reglas y paradigmas de la sociedad. El oscuro profeta de la minúscula aldea palestina de Nazaret parece dirigirse a hombres y mujeres de otra especie humana aún por venir. Quizá él, con la fuerza del amor desinteresado que movía su vida, se sentía un ciudadano de ese nuevo mundo sin violencia de la que acabó siendo víctima inocente e inevitable. ¿Significa esto que Jesús no se dirigía a los hombres de su época, a esta raza humana? De ningún modo. Jesús habló también para nosotros, los humanos violentos y ambiciosos, proclives a usar los mecanismos del amor para nuestro provecho. El ser humano puede mejorar. Y de hecho algunos, empezando por el propio Jesús víctima de la violencia, han alcanzado la sublimidad del amor por él propuesto. Sin embargo, sus intenciones y miras iban más allá y nos indicó que el gran secreto que estaba desvelando era que aquella locura de un mundo sin violencia no era pura utopía, algún día otros seres humanos, se llamen como se llamen, podrían lograrlo.
(...) Uno de los episodios más oscuros de los evangelios es el de la formación intelectual y social de aquel profeta que, salido de las sombras de una aldea sin prestigio, es capaz de discutir y polemizar con los intelectuales de su tiempo, con los fariseos y los sacerdotes, una casta a la que él no perteneció. Jesús era, en efecto, un seglar. ¿Dónde estudió? ¿Era de verdad un gnóstico? ¿Había viajado fuera de Palestina? A este respecto existe un increíble vacío en los evangelios que los escritos apócrifos han llenado sólo en parte. Ninguno de los cuatro evangelios oficiales dedica una sola palabra a lo que Jesús hizo desde los 12 años, cuando se pierde en el templo y su madre le reprende por el dolor que les había causado a sus padres, hasta los 30 años, momento en el que aparece en la vida pública como profeta. En total, 18 años de silencio absoluto.
Desde hace 2.000 años hasta hoy, ese vacío inaudito ha sido el origen de las hipótesis más diversas sobre dicho periodo. Se sitúa a Jesús viajando por India o por Egipto y entrando en contacto con los magos de su tiempo. Cualquier situación es posible menos pensar que hubiese podido permanecer todos esos años encerrado en la minúscula aldea de Nazaret, tan insignificante que ni aparece en los mapas de la época. Es más, cuando se hace alusión a ella es para despreciarla: "¿Es que de Nazaret puede salir algo bueno?", se preguntaban los judíos de la época.
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