Artículos de ocasión. David Trueba. Director de cine (El Dominical. El Periódico. Nº 325 07/12/08 pág 8)
QUE ME PILLE DE SORPRESA
Un alcalde levantino ha expedientado a una profesora de literatura porque recomendó a sus alumnos de instituto una obra de Sergi Belbel que contenía lenguaje soez. No es algo aislado. A un amigo mío profesor le fue a buscar la Guardia Civil al instituto porque repartió unos DVD de películas entre sus alunnos para que hicieran un trabajo de bachillerato y a una chica le dio Pepi, Luci, Bom de Almodóvar, y cuando su madre oyó de lejos los diálogos se precipitó a llamar a la Benemérita. Creo que pasan cosas así casi a diario en nuestros institutos. En otro me contaron que a una profesora la multaron por proyectar el vídeo de un parto en su clase.
Lo que no entiendo es que La Celestina de Fernando de Rojas sea una lectura preceptiva y nadie haya montado un aquelarre moral. En esa obra, una de las más enormes obras maestras de nuestra cultura, se repasa a cuchilladas la doble moral de su tiempo y la dependencia sexual sin ahorrar detalle. Supongo que dentro de poco en las clases de literatura de los institutos españoles sólo se podrá estudiar el Disney Channel.
Lo preocupante no son los arrebatos de censura e intransigencia de cierta gente. Eso lo vamos a sufrir siempre y puede que en el futuro aún más, porque nos precipitamos hacia un oasis de corrección e imbecilidad, estamos abocados a vivir en el paraíso de los pusilánimes y la moralina. Lo tremendo es la ignorancia absoluta en la que viven los padres con respecto a la adolescencia de sus hijos. Quizá por eso vemos a tantos progenitores sorprendidísímos de que sus chavales tan formales quemen a indigentes en cajeros automáticos, propinen palizas a profesores y compañeros de clase, se emborrachen cada fin de semana o tengan una vida sexual demasiado preci¬pitada. La zona de sombra que se sigue proyectando sobre los adolescentes es obstinada. Sólo interesan como consumidores, corno víctimas propicias de las modas. ¿Pero alguien quiere saber de verdad cómo viven, cómo hablan, cómo se comportan? No, prefiero que me pille de sorpresa.
La exposición de los adolescentes a los problemas del mundo, a los lenguajes reales, a la vida en todas sus dimensiones, debería ser un elemento esencial en su formación. Los esfuerzos por ocultarles cualquier dato sexual, cualquier acercamiento dramático o explícito a la vivencia humana.y, sin embargo, entregarlos desde pequeños a la violencia de ficción, a lo cursi o a lo ultrarreligioso que preside la mayoría de las ficciones para niños resulta grotesco. Como finalmente la escuela se va a convertir en un reducto para saberes técnicos e históricos, careciendo de todo humanismo, de toda exploración del presente y de toda racionalización del conflicto de vivir, más vale que los padres se pongan las pilas y comiencen a saciar las enormes lagunas con las que sus hijos van a crecer, ya que han perdido la calle corno escuela. Es urgente hacerles accesible, en la edad que se considere oportuna, los libros y las películas que escapen al género juvenil o infantil. Pues nada odia más un adolescente que ser tratado como un niño. Y nada es más indecente que seguir sosteniendo que la sexualidad son esas poses eróticas de los videoclips de MTV o las fotos retocadas de guapos y guapas que salen en todas las revistas.
QUE ME PILLE DE SORPRESA
Un alcalde levantino ha expedientado a una profesora de literatura porque recomendó a sus alumnos de instituto una obra de Sergi Belbel que contenía lenguaje soez. No es algo aislado. A un amigo mío profesor le fue a buscar la Guardia Civil al instituto porque repartió unos DVD de películas entre sus alunnos para que hicieran un trabajo de bachillerato y a una chica le dio Pepi, Luci, Bom de Almodóvar, y cuando su madre oyó de lejos los diálogos se precipitó a llamar a la Benemérita. Creo que pasan cosas así casi a diario en nuestros institutos. En otro me contaron que a una profesora la multaron por proyectar el vídeo de un parto en su clase.
Lo que no entiendo es que La Celestina de Fernando de Rojas sea una lectura preceptiva y nadie haya montado un aquelarre moral. En esa obra, una de las más enormes obras maestras de nuestra cultura, se repasa a cuchilladas la doble moral de su tiempo y la dependencia sexual sin ahorrar detalle. Supongo que dentro de poco en las clases de literatura de los institutos españoles sólo se podrá estudiar el Disney Channel.
Lo preocupante no son los arrebatos de censura e intransigencia de cierta gente. Eso lo vamos a sufrir siempre y puede que en el futuro aún más, porque nos precipitamos hacia un oasis de corrección e imbecilidad, estamos abocados a vivir en el paraíso de los pusilánimes y la moralina. Lo tremendo es la ignorancia absoluta en la que viven los padres con respecto a la adolescencia de sus hijos. Quizá por eso vemos a tantos progenitores sorprendidísímos de que sus chavales tan formales quemen a indigentes en cajeros automáticos, propinen palizas a profesores y compañeros de clase, se emborrachen cada fin de semana o tengan una vida sexual demasiado preci¬pitada. La zona de sombra que se sigue proyectando sobre los adolescentes es obstinada. Sólo interesan como consumidores, corno víctimas propicias de las modas. ¿Pero alguien quiere saber de verdad cómo viven, cómo hablan, cómo se comportan? No, prefiero que me pille de sorpresa.
La exposición de los adolescentes a los problemas del mundo, a los lenguajes reales, a la vida en todas sus dimensiones, debería ser un elemento esencial en su formación. Los esfuerzos por ocultarles cualquier dato sexual, cualquier acercamiento dramático o explícito a la vivencia humana.y, sin embargo, entregarlos desde pequeños a la violencia de ficción, a lo cursi o a lo ultrarreligioso que preside la mayoría de las ficciones para niños resulta grotesco. Como finalmente la escuela se va a convertir en un reducto para saberes técnicos e históricos, careciendo de todo humanismo, de toda exploración del presente y de toda racionalización del conflicto de vivir, más vale que los padres se pongan las pilas y comiencen a saciar las enormes lagunas con las que sus hijos van a crecer, ya que han perdido la calle corno escuela. Es urgente hacerles accesible, en la edad que se considere oportuna, los libros y las películas que escapen al género juvenil o infantil. Pues nada odia más un adolescente que ser tratado como un niño. Y nada es más indecente que seguir sosteniendo que la sexualidad son esas poses eróticas de los videoclips de MTV o las fotos retocadas de guapos y guapas que salen en todas las revistas.
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