Varios miles de personas, unos cinco mil según los convocantes, han participado hoy en Zaragoza en una manifestación para decir "basta ya" de agricultura transgénica y pedir al Gobierno de España que "reaccione" y prohíba el uso de semillas transgénicas en el país.
La Plataforma Rural, de la que forman parte una veintena de organizaciones agrarias, ecologistas y sociales, ha elegido Zaragoza para manifestarse por ser la capital de la Comunidad en la que se dedica un mayor número de hectáreas al cultivo transgénico, 30.000 de las 80.000 que se siembran en toda España.
En el manifiesto, que han leído Juan Carlos Simón, agricultor de COAG, y Carme Freire, agricultora del Sindicato Labrego Galego, frente a la delegación del Gobierno, se han recordado los países europeos que ya han prohibido esta agricultura: Francia, Polonia, Austria, Luxemburgo, Grecia, Hungría y recientemente Alemania, lo han hecho basándose en evidencias científicas sobre sus daños al medio ambiente y sus efectos en la salud humana y animal.
En su protesta, la organización subraya que el uso de transgénicos multiplican el uso de productos químicos en el campo, no han demostrado ser más productivos, no aportan mejora en la calidad de los alimentos, no solucionan el hambre ni la pobreza y provocan un deterioro y pérdida de la biodiversidad agrícola.
Los manifestantes han querido hacer "una fiesta" de la protesta que ha unido a representantes de las organizaciones agrarias COAG y su filial en Aragón, La Unión, de la plataforma Galizia Antitransxenicos, Greenpeace, Amigos de la Tierra, de la Iniciativa Legislativa Popular de Cataluña; de la Unión de Consumidores y de la Asociación de Federaciones de Barrios de Zaragoza.
También han asistido el alcalde de Marinaleda (Sevilla), Juan Manuel Sánchez; el representantes de la Federación estatal y coordinador de IU en Aragón, Adolfo Barrena, el diputado al parlamento europeo de Iniciativa per Cataluña, Raúl Romeva, así como miembros Chunta Aragonesista, entre otros.
Banderas de numerosas Comunidades autónomas ondeaban sobre multitud de carteles con lemas contra los transgénicos, que circulaban a su vez entre berenjenas, tomates y mazorcas de maíz andantes, un ataúd en el que yacía la "agricultura" o un carro repleto de productos alimenticios (cereales, chocolates, harinas o galletas) que Greenpeace denuncia que o poseen u ocultan que contienen componentes transgénicos.
Unos veinte autobuses procedentes de toda España y en torno a diez llegados de varios municipios aragoneses ha fletado la Plataforma Rural para reclamar al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y a la ministra de Agricultura, Elena Espinosa, "la prohibición inmediata del cultivo de maíz transgénico y de cualquier otro experimento a campo abierto con organismos modificados genéticamente".
Para el alcalde de Marinaleda, quien ya ha presentado una iniciativa en el Parlamento andaluz contra el uso de transgénicos, esta práctica es "el colmo de la privatización de la naturaleza", ha criticado que sea una única multinacional (Monsanto) la que controle las semillas y ha señalado que los agricultores quieren que "el agua, la tierra y la semilla sea un derecho de los pueblos y no un negocio de multinacionales".
José Manuel Benítez, responsable de COAG de agricultura ecológica, ha indicado que este tipo de cultivo es uno de los más afectados porque no pueden llevar trazas de transgénicos y no se puede controlar la polinización, lo que ha hecho que en Aragón haya desaparecido "el cien por cien de las plantaciones de maíz ecológico" con la consiguiente pérdida económica.
El presidente de la Unión de Consumidores de Aragón, José Ángel Oliván, ha reclamado el derecho de que lo que se consume sea seguro, saludable y no tenga un impacto negativo sobre el medio ambiente y ha subrayado que mientras esta tecnología siga en entredicho hay que tomar precauciones como moratorias o prohibiciones de productos que no están consolidados.
Oliván considera necesario extremar las medidas de seguridad y proporcionar una información exhaustiva sobre la composición de los alimentos, para que los consumidores puedan ejercer su derecho a adquirirlo o no, algo que sin embargo escapa al control en casos como los comedores colectivos (colegios, hospitales, empresas).
Adolfo Barrena (IU) ha asegurado por su parte no entender como España es "la avanzadilla" de la introducción de cultivos transgénicos cuando no hay ningún informe científico que avale su inocuidad y que además tiene una repercusión negativa en la naturaleza y económica ante la negativa de productores de otros países a adquirir semillas españolas.
Movilización nacional en la capital aragonesa. Más de 40 colectivos reclaman en Zaragoza el fin de los transgénicos. Miles de personas de toda España piden la prohibición del maíz modificado genéticamente.Ecologistas, agricultores y organizaciones sociales exigen seguir el ejemplo de Alemania. 19/04/2009 R. B. L. / AGENCIAS La pancarta de la protesta fue llevada por representantes de varios colectivos. Foto:JESÚS CISNEROS * ¿qué es un transgénico? 19/04/2009
Zaragoza se ha convertido en los últimos días en la ciudad que ha centrado uno de los debates que más controversias despiertan en la sociedad: transgénicos si, transgénicos no. El viernes tuvo lugar un foro biotecnológico a favor de este tipo de cultivos, y ayer, el centro de la capital aragonesa fue tomado por miles de personas (5.000 según los organizadores), llegados de distintos puntos de España para reclamar al Gobierno español que siga el ejemplo de otros países europeos como Francia y Alemania (el último en hacerlo) y frene el uso de este tipo de semillas.
La Plataforma Rural, de la que forman parte decenas de organizaciones agrarias, ecologistas y sociales, eligieron el epicentro del valle del Ebro para protestar bajo el lema Por una Alimentación y una Agricultura Libre de Transgénicos. Una elección que no es casual, ya que una buena parte del maíz transgénico que se cultiva en España nace en tierras aragonesas.
Los manifestantes, que llegaron de ciudades como Madrid, Barcelona y Valencia, así como del país vecino --Francia-- iniciaron el recorrido en el Paraninfo de Universidad de Zaragoza para finalizar en la delegación del Gobierno. Allí, el agricultor de COAG, Juan Carlos Simón y Carmen Freire, del Sindicato Labrego Galego procedieron a la lectura de un manifiesto, en el que se incidió en que el uso de transgénicos multiplica el uso de productos químicos en el campo, al tiempo que negaron que este tipo de cultivos sean más productivos, aporten mejora en la calidad de los alimentos o solucionen el hambre o la pobreza. Al contrario, apuntaron que provocan el deterioro y pérdida de la biodiversidad agrícola. En concreto, los miles de manifestantes reclamaron al Gobierno de Zapatero "la prohibición inmediata del cultivo de maíz transgénico y de cualquier otro experimento a campo abierto con organismos modificados genéticamente".
AMBIENTE FESTIVO Los manifestantes se tomaron la protesta como "una fiesta", a la que se unieron representantes de las organizaciones agrarias COAG y su filial en Aragón UAGA, la plataforma Galizia Antitransxenicos, Greenpeace, Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, de la Iniciativa Legislativa Popular de Cataluña, de la Unión de Consumidores UCE-UCA y de la Asociación de Federaciones de Barrios de Zaragoza, entre otros. También hubo representación política de partidos como IU, Iniciativa per Cataluña y miembros de Chunta Aragonesista.
El colorido de la protesta lo pusieron gran cantidad de banderas y carteles, así como múltiples carteles y pancartas contrarios a la modificación genética de las semillas. También se pudieron ver distintos productos gigantes como berenjenas, tomates y mazorcas de maíz andantes, así como un ataúd en el que yacía la "agricultura" o un carro repleto de productos alimenticios (cereales, chocolates, harinas o galletas) que Greenpeace denuncia que poseen u ocultan que contienen componentes transgénicos. Los participantes también corearon lemas como Ningún experimento con los alimentos, Somos lo que comemos o Transgénicos: trampa que empobrece y ata.
El maíz transgénico que se cultiva en España lleva genes de bacteria que le permiten producir una sustancia insecticida. FOTO: GREENPEACE
Los alimentos transgénicos "suponen un grave peligro para el medioambiente, la salud y la economía", según Juan Felipe Carrasco, responsable de las campaña de Greenpeace contra este tipo de alimentos. "El Gobierno español ni siquiera inició una investigación con los efectos adversos que pueden provocar cuando permitió el cultivo", explica Carrasco. La posición del Gobierno español sobre este asunto se basa en un "equilibrado respeto" a las opiniones de la comunidad científica acreditada y a la libertad de los agricultores y los consumidores, según comunicaron tras la prohibición alemana.
Una manifestación ha cerrado en Zaragoza "la semana antitransgénicos". La elección de la capital maña no es una casualidad. El Valle del Ebro (Aragón y Cataluña) concentran el 80 % de los cultivos españoles de maíz transgénico. Las asociaciones ecologistas denuncian la falta investigación sobre las consecuencias de los alimentos transgénicos mientras confirman que nuestro país se ha convertido en el principal productor de alimentos modificados genéticamente.
"No hay investigaciones suficientes sobre los efectos que pueden tener en la salud humana, por lo que algunos cultivos autorizados se han prohibido", explica David Sánchez desde la organización Amigos de la Tierra. El Gobierno alemán decidió prohibir el cultivo del maíz transgénico MON 810, de la multinacional estadounidense Monsanto este martes. Este tipo de maíz modificado genéticamente es el único autorizado en Alemania y en la UE. Las autoridades alemanas han decidido suspender su uso porque 'entraña riesgos para el medio ambiente'.
"El maíz BT produce daños en el hígado. Además, se ha comprobado en ratones que produce pérdida de fertilidad", según Greenpeace. Estas declaraciones de la organización ecologista se han visto respaldadas por las declaraciones de la ministra alemana de agricultura Ilse Aigner que explicó tras la decisión del país germano de prohibir este cultivo que 'existen pruebas suficientes de que el maíz del tipo MON 810 implica un deterioro para los ecosistemas y daña el sistema inmunológico de los ratones". Estas declaraciones y la prohibición alemana respaldan e impulsan la manifestación y los actos de las organizaciones ecologistas. Desaparición del cultivo tradicional
David Sánchez, responsable de la campaña contra los transgénicos en Amigos de la Tierra, ha denunciado que otro de los principales problemas es que los agricultores tradicionales ven como sus cultivos se ven afectados por las modificaciones genéticas de los transgénicos cercanos y no pueden vender en el mercado sus productos al estar modificados genéticamente.
El Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino ha planteado a la Comisión Europea la necesidad de elaborar una norma que regule la coexistencia en la Unión Europea de los cultivos convencionales y de los alimentos modificados genéticamente. Greenpeace y Amigos de la Tierra cierrán su "semana antitransgénica" aunque no tienen "grandes esperanzas ante una prohibición española".
Varios países europeos se oponen a cultivar el MON 810, único maíz transgénico autorizado en Europa. Los más recientes: Francia y Alemania. Por eso ¿cómo pueden nuestros políticos defender dichas modificaciones el día después de ser prohibidos por Alemania? ¿En qué se basan unos países y otros para tanta discrepancia? Como consumidora, los transgénicos (OGM) me generan gran desconfianza. En el etiquetado no aparece si llevan OGM. Estamos perdiendo nuestra soberanía alimentaria y, muy grave, mandan más los políticos que los científicos para decidir qué se acepta y qué no en nuestro plato.
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