Tratan de hacernos creer que Zapatero es Stalin redivivo y España la China comunista de Mao donde arrancaban a los niños de sus familias para lavarles el cerebro con consignas comunistas y les enseñaban a amar al partido sobre todas las cosas y a denunciar a sus progenitores por anti-revolucionarios. Si alguien cree que los católicos o la enseñanza concertada son perseguidos debe acudir al psicólogo y observar el mundo real, dejando de leer el diario "El Mundo" y de escuchar a Jiménez Losantos.
Pero la realidad es muy otra. En los centros públicos se imparte Religión y gran parte del profesorado es creyente y propicia en los claustros y Consejos escolares políticas conservadoras y confesionales católicas. Por el contrario los ateos o agnósticos tenemos que ir con la cabeza gacha lamentando no pertenecer a ninguna fe que nos apoye y nos defienda en nuestro derecho a creer y a opinar con el mismo mérito que los creyentes.
En otros países de nuestro entorno como el Reino Unido de la Gran Bretaña, ya desde el siglo pasado, la educación religiosa se imparte en las parroquias en la escuela dominical, como muchos de nosotros aprendimos leyendo a Enid Blyton. Aquí en España la presión de los creyentes ha logrado no sólo que se imparta Religión Católica en toda la enseñanza obligatoria y el Bachillerato sino también otras religiones, que compiten con ella en el reclutamiento de fieles, si suficientes alumnos lo reclaman (evangelista, musulmana o judía). La enseñanza de la religión debería estar fuera de la escolarización normal, mientras que la ética o ciudadanía son la base de la convivencia social. Últimamente en Aragón el último logro del mantenimiento de la clase de Religión ha sido eliminar la clase de tutoría en el bachillerato. Y no olvidemos la concesión de otra hora de clase en 3º de ESO para impartir doctrina católica, ya que el texto de Ciudadanía pueden elegirlo y orientarlo a su capricho dentro de una variada gama entre los que varios tienen el nihil obstat.
Parece que en su escala de valores el derecho a que sus hijos puedan acudir al colegio religioso de su gusto y sufragado por mis impuestos es el principal y primordial de los derechos humanos. (Aunque los creyentes no reconocen las leyes humanas ni la declaración de los Derechos Humanos de la ONU si van en contra de la BIBLIA, verdad absoluta revelada por DIOS mismo e interpretada por el PAPA y sus obispos). Claro que tienen derecho a elegir, el problema es que no hay plazas para todos los hijos de los padres creyentes y las aulas ya están masificadas. Acaso quieren que pongan pupitres en los pasillos. No se dan cuenta de que una enseñanza masificada carece de calidad y de atención personalizada a la diversidad.
También hay derecho a la vivienda y al trabajo, pero cada cual debe buscarse su empleo y pagar cada euro que cuesta el piso de su bolsillo, usualmente ganándolo con el sudor de la frente. Efectivamente los ricos tienen más opciones a su alcance, incluyendo la enseñanza privada no concertada.
Alude, paradójicamente, a la organización de la "sociedad civil" (que ya está organizada en partidos políticos y otras instituciones representativas como sindicatos y asociaciones...) queriendo decir la sociedad civil de obediencia religiosa al púlpito sacerdotal, o sea la que defiende derechos y privilegios especiales para los católicos, ya que son MAYORÍA. Cierto es que los gobernantes no suelen contentar a nadie ni incluso cuando legislan a favor, porque siempre se quiere más o se piensa que se podría haber conseguido más en la negociación.
Ójala sigan luchando estos esforzados padres de la Fecapa por un mundo mejor para sus hijos, pero no peor para los míos, un mundo de tolerancia en el que se nos considere a todos iguales, aunque algunos seamos gentiles o infieles y no creamos en el Libro, que ya tenemos bastante con ir al Infierno en la otra vida.
Necesita usted que yo le diga lo que tiene que hacer? ¿Dónde tiene que ir de vacaciones? ¿Lo que debe pensar? ¿Quiere que decida por usted o puede correr el riesgo de hacerlo personalmente? Supongo que le pasa como a mí. agradezco los consejos, me enriquecen las opiniones de otros, el diálogo... Pero no quiero que usted decida por mí. Sin embargo, en muchos lugares del mundo unos sujetos se ponen por encima de otros, ordenan y mandan. Hay quien dirá que eso solo pasa en las dictaduras; pero no. A veces, sin que nos demos cuenta, también sucede en países democráticos como el nuestro. La administración educativa aragonesa se empeña en organizarnos la vida a las familias y decirnos dónde debemos ir. No hay margen para el ejercicio de la libertad desde la propia conciencia. Lo que nos dejan —ponga usted la casillita correspondiente— es un mero simulacro. Una farsa. La decisión está tomada de antemano. Es una cuestión estructural e ideológica. La clase política ha construido un sistema público de educación donde prima el monopolio gubernamental. En lo público solo cabe su visión. Las iniciativas sociales ni se impulsan ni se promueven ni están bien vistas; solo hay que ver el proceso de creación de nuevas aulas. Si acaso, se toleran, y con muchas condiciones y tutelas. No vaya a ser que la sociedad civil madure, se organice, cuestione el sistema y se haga imposible el pastoreo. E insisten: si alguien quiere otra cosa, que se la pague. Es decir, que solo los ricos pueden elegir. Si opta por la educación pública, nosotros —los jefecillos, asesores y liberados— le diremos qué, cómo y dónde estudiarán sus hijos; lo que no afecta a los propios responsables públicos, que sí pueden decidir. Este año, de nuevo, unos cientos de familias se ven sometidas a los dictados de una administración educativa que nos trata como súbditos adocenados. Nuestra condición de ciudadanos libres, autónomos y capaces de elegir queda anulada bajo una engañosa llamada a la pluralidad, cuyo objetivo es únicamente borrar del mapa a la enseñanza concertada. No creamos los falsos porcentajes, no solo es el 3%, es mucho más; estudios imparciales lo sitúan en el 54% de padres que no pueden elegir por diversas causas. Desde hace décadas pretenden expulsar del sistema a este modelo educativo. Sobre todo el promovido por la iniciativa social católica. ¿Hasta cuándo tendremos que aguantar su mentira institucionalizada? ¿Tendremos que rebelarnos para conseguir que nos oigan? Todos los años la administración impide que las familias elijan el modelo educativo que desean para sus hijos y así lo expresan en los Procesos de admisión. Un modelo que está construido sobre un estilo donde prima el rigor, la responsabilidad, el esfuerzo, el cuidado... la formación integral. No es un asunto trivial. Las familias que formamos Fecapa aragón —somos más de 40.000—seguiremos trabajando para poder decidir el modelo educativo que consiga un mundo mejor para nuestros hijos e hijas. Pedro Martínez Calvo es presidente de la Federación Cristiana de Madres y Padres de alumnos de aragón y pertenece al AMPA del colegio Escuelas Pías de Zaragoza (Fecapa Aragón) Heraldo de Aragón. 16 de Julio de 2009