Los abusos a niños llevan a dimitir a otros dos obispos irlandeses. EL PERIÓDICO DUBLÍN
El escándalo de los sacerdotes que abusaron de menores en la diócesis de Dublín durante tres décadas sin que sus superiores jerárquicos les delataran públicamente acaba de cobrarse las dimisiones de otros dos obispos irlandeses. Con ellos ya son cuatro los prelados que han renunciado tras haber sido acusados de «estar más preocupados por salvar la reputación de la Iglesia», ocultando lo sucedido, que de «proteger a las víctimas de los abusos». Un informe judicial hecho público en noviembre citaba a cinco obispos como responsables de lo ocurrido. De ellos, solo el obispo de Galway, Martin Drennan, aún se aferra al cargo.
El jueves, Eamonn Walsch y Raymond Field, los dos únicos obispos auxiliares de Dublín, trasladaron al arzobispo de la capital irlandesa su renuncia. «Nuestra esperanza es que nuestra acción pueda ayudar a llevar la paz y la reconciliación de Jesucristo a las víctimas y supervivientes de los abusos sexuales infantiles. De nuevo, les pedimos disculpas», indicaron en un comunicado.
Un día antes fue el prelado de la diócesis de Kildare y Leighlin, Jim Moriarty, el que se sintió en la obligación de dejar el cargo. «Serví como obispo auxiliar en Dublín desde 1991 hasta el 2002. Aunque el informe no me critica de manera directa, creo que es importante subrayar que acepto totalmente las conclusiones de la comisión investigadora, que indica que los intentos de las autoridades eclesiásticas de evitar escándalos tuvieron las consecuencias más terribles para los niños», indicaba. Moriarty aceptaba a continuación que, desde el momento en que asumió esa responsabilidad, «tenía que haber hecho algo para cambiar la cultura imperante» en la demarcación.
MARCHA FORZADA // Unos días antes, el obispo de Limerick, Donald Murray, había abierto el camino de las dimisiones, aunque la suya fue forzada Auxiliar de Dublín, entre 1982 y 1996, antes de anunciar su marcha permaneció durante dos semanas en el Vaticano negociando su futuro. Nueve meses antes, en marzo, Benedicto XVI procedió a destituir a otro prelado involucrado en el escándalo, John Magee, antes de que se conocieran las conclusiones del demoledor informe judicial.
El escándalo de los sacerdotes que abusaron de menores en la diócesis de Dublín durante tres décadas sin que sus superiores jerárquicos les delataran públicamente acaba de cobrarse las dimisiones de otros dos obispos irlandeses. Con ellos ya son cuatro los prelados que han renunciado tras haber sido acusados de «estar más preocupados por salvar la reputación de la Iglesia», ocultando lo sucedido, que de «proteger a las víctimas de los abusos». Un informe judicial hecho público en noviembre citaba a cinco obispos como responsables de lo ocurrido. De ellos, solo el obispo de Galway, Martin Drennan, aún se aferra al cargo.
El jueves, Eamonn Walsch y Raymond Field, los dos únicos obispos auxiliares de Dublín, trasladaron al arzobispo de la capital irlandesa su renuncia. «Nuestra esperanza es que nuestra acción pueda ayudar a llevar la paz y la reconciliación de Jesucristo a las víctimas y supervivientes de los abusos sexuales infantiles. De nuevo, les pedimos disculpas», indicaron en un comunicado.
Un día antes fue el prelado de la diócesis de Kildare y Leighlin, Jim Moriarty, el que se sintió en la obligación de dejar el cargo. «Serví como obispo auxiliar en Dublín desde 1991 hasta el 2002. Aunque el informe no me critica de manera directa, creo que es importante subrayar que acepto totalmente las conclusiones de la comisión investigadora, que indica que los intentos de las autoridades eclesiásticas de evitar escándalos tuvieron las consecuencias más terribles para los niños», indicaba. Moriarty aceptaba a continuación que, desde el momento en que asumió esa responsabilidad, «tenía que haber hecho algo para cambiar la cultura imperante» en la demarcación.
MARCHA FORZADA // Unos días antes, el obispo de Limerick, Donald Murray, había abierto el camino de las dimisiones, aunque la suya fue forzada Auxiliar de Dublín, entre 1982 y 1996, antes de anunciar su marcha permaneció durante dos semanas en el Vaticano negociando su futuro. Nueve meses antes, en marzo, Benedicto XVI procedió a destituir a otro prelado involucrado en el escándalo, John Magee, antes de que se conocieran las conclusiones del demoledor informe judicial.
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