Ciudadanos comprometidos pagan por sus emisiones de CO2. RAMON TOMÁS BARCELONA
• 106.000 toneladas se han compensado voluntariamente en España desde el 2005
Subirse a un avión en la T1 de Barcelona y viajar hasta Nueva York significa dejar una estela de 1,828 toneladas de dióxido de carbono (CO2). Se puede ignorar y relativizar, pero cada vez son más los ciudadanos dispuestos a conocer el impacto de sus actividades cotidianas y a compensarlas económicamente. Frente a la ineficacia de las cumbres internacionales contra el cambio climático, predican con el ejemplo abonando una cantidad voluntaria que será empleada en proyectos medioambientales.
«Las acciones individuales no pueden depender del resultado de unas negociaciones internacionales. Debemos comprometernos ahora. No nos podemos permitir el lujo de esperar a que un nuevo protocolo de Kioto nos obligue a actuar», asegura Stefan Esser, responsable del área del cambio climático de AccióNatura. Desde el 2005, y a través de las webs de CeroCO2 y Ekopass, se han compensado 106.843 toneladas de CO2 en España, aunque el grueso procede de empresas e instituciones públicas. Con CeroCO2 colaboran ya cerca de 150 empresas y organismos catalanes.
Gracias a sus calculadoras online se puede conocer la cantidad de carbono emitida y su coste económico. Por término medio, cada ciudadano europeo emite unas 10 toneladas anuales de CO2, que equivaldrían a 100-150 euros compensatorios.
«No hay excusa que valga y menos en tiempos de crisis. Si bajo mi consumo eléctrico, reduzco mis emisiones, pero también ahorro dinero en mi factura», dice Esser. «No se trata de que compenso mis emisiones y me quedo tan ancho, sino que hago todo lo posible para mantener mis emisiones al mínimo".
ACCIONES / El dinero se invierte en proyectos energéticos y forestales en países en vías de desarrollo: turbinas eólicas en la India, una minicentral hidroeléctrica en Nicaragua, 400 hectáreas reforestadas en México...
María José Pedragosa le regaló en Navidades a su padre y a su hermano la compensación del humo que expulsan sus tubos de escape en un año. Xavier Basora, por su parte, se fue con cuatro amigos de viaje a Eslovenia y Croacia y entre todos contrarrestaron las emisiones de su coche. «Hace unos meses, unos compañeros de carrera se casaron y les regalé la compensación del vuelo de ida y vuelta Barcelona-Frankfurt-Tokio de su luna de miel», dice Edmon Mateu. «Resulta muy fácil hacer un ingreso en una cuenta sin más y yo quería ser un poco más original», confiesa. La iniciativa causó sensación en el grupo. «Todavía no existe suficiente conciencia de lo que significa el cambio climático», alerta.
El ánimo de la calculadora es potenciar la adquisición de hábitos más sostenibles. «He realizado varias compensaciones durante los últimos años siempre que he comprado vuelos online y la web de la compañía aérea me ha dado la posibilidad de hacerlo. Sin embargo, si me pusiera a compensar toda mi huella climática quizá debería trabajar más horas...», admite Mateu.
Las grandes empresas emisoras de CO2 –energía, papel, cerámica, cemento– ya están obligadas a cumplir unos límites y a comprar derechos de emisión en caso de superarlos. Esta iniciativa es diferente. Para muchas compañías, compensar tiene un valor añadido: es parte de su responsabilidad social corporativa, de su estrategia de márketing verde. «Es importante que las empresas entiendan que la compensación de emisiones no es una acción solidaria, sino un ejercicio de responsabilidad», avisa Esser, que diferencia entre las acciones fruto de la convicción y el «lavado verde».
• 106.000 toneladas se han compensado voluntariamente en España desde el 2005
Subirse a un avión en la T1 de Barcelona y viajar hasta Nueva York significa dejar una estela de 1,828 toneladas de dióxido de carbono (CO2). Se puede ignorar y relativizar, pero cada vez son más los ciudadanos dispuestos a conocer el impacto de sus actividades cotidianas y a compensarlas económicamente. Frente a la ineficacia de las cumbres internacionales contra el cambio climático, predican con el ejemplo abonando una cantidad voluntaria que será empleada en proyectos medioambientales.
«Las acciones individuales no pueden depender del resultado de unas negociaciones internacionales. Debemos comprometernos ahora. No nos podemos permitir el lujo de esperar a que un nuevo protocolo de Kioto nos obligue a actuar», asegura Stefan Esser, responsable del área del cambio climático de AccióNatura. Desde el 2005, y a través de las webs de CeroCO2 y Ekopass, se han compensado 106.843 toneladas de CO2 en España, aunque el grueso procede de empresas e instituciones públicas. Con CeroCO2 colaboran ya cerca de 150 empresas y organismos catalanes.
Gracias a sus calculadoras online se puede conocer la cantidad de carbono emitida y su coste económico. Por término medio, cada ciudadano europeo emite unas 10 toneladas anuales de CO2, que equivaldrían a 100-150 euros compensatorios.
«No hay excusa que valga y menos en tiempos de crisis. Si bajo mi consumo eléctrico, reduzco mis emisiones, pero también ahorro dinero en mi factura», dice Esser. «No se trata de que compenso mis emisiones y me quedo tan ancho, sino que hago todo lo posible para mantener mis emisiones al mínimo".
ACCIONES / El dinero se invierte en proyectos energéticos y forestales en países en vías de desarrollo: turbinas eólicas en la India, una minicentral hidroeléctrica en Nicaragua, 400 hectáreas reforestadas en México...
María José Pedragosa le regaló en Navidades a su padre y a su hermano la compensación del humo que expulsan sus tubos de escape en un año. Xavier Basora, por su parte, se fue con cuatro amigos de viaje a Eslovenia y Croacia y entre todos contrarrestaron las emisiones de su coche. «Hace unos meses, unos compañeros de carrera se casaron y les regalé la compensación del vuelo de ida y vuelta Barcelona-Frankfurt-Tokio de su luna de miel», dice Edmon Mateu. «Resulta muy fácil hacer un ingreso en una cuenta sin más y yo quería ser un poco más original», confiesa. La iniciativa causó sensación en el grupo. «Todavía no existe suficiente conciencia de lo que significa el cambio climático», alerta.
El ánimo de la calculadora es potenciar la adquisición de hábitos más sostenibles. «He realizado varias compensaciones durante los últimos años siempre que he comprado vuelos online y la web de la compañía aérea me ha dado la posibilidad de hacerlo. Sin embargo, si me pusiera a compensar toda mi huella climática quizá debería trabajar más horas...», admite Mateu.
Las grandes empresas emisoras de CO2 –energía, papel, cerámica, cemento– ya están obligadas a cumplir unos límites y a comprar derechos de emisión en caso de superarlos. Esta iniciativa es diferente. Para muchas compañías, compensar tiene un valor añadido: es parte de su responsabilidad social corporativa, de su estrategia de márketing verde. «Es importante que las empresas entiendan que la compensación de emisiones no es una acción solidaria, sino un ejercicio de responsabilidad», avisa Esser, que diferencia entre las acciones fruto de la convicción y el «lavado verde».
No hay comentarios:
Publicar un comentario