ACOSO ESCOLAR. En manos de las Chicas Malas. DAVID ALANDETE DOMINGO - 11-04-2010
El suicidio de Phoebe Prince, acosada por sus compañeros de instituto, conmociona a EE UU
Phoebe Prince salió de clase el pasado 14 de enero como solía hacerlo en los meses que llevaba en Estados Unidos: cubierta de insultos. Los compañeros de instituto que la habían tomado con ella le habían preparado otra emboscada, esta vez en la biblioteca. Le cerraron el paso y le gritaron bien alto: "¡Zorra irlandesa!".
¿Qué más podía sucederle a esta adolescente? Había llegado el pasado verano, con su madre y sus tres hermanas, a South Hadley, una localidad rural del interior de Massachusetts de 17.000 habitantes. Habían dejado en Irlanda a su padre y a su hermano. Ella pronto comenzó a sufrir el acoso de la mafia del instituto, conocida como las Chicas Malas.
Siete días antes de la emboscada en la biblioteca, uno de los acosadores había irrumpido en una clase, con el profesor presente, y había gritado otra vez: "Zorra". Era "zorra" en el patio, "zorra" en el gimnasio, "zorra" en el vestuario, "zorra" en la cantina, "zorra" en las excursiones y las fiestas. Un estudiante que iba a ser su pareja en el baile de invierno, Sergio Loubriel, la llamó por teléfono tras el incidente de la biblioteca. "¿Cómo estás?", le preguntó. "Estoy bien, no te preocupes", le dijo. Era siempre así. Phoebe marcaba cierta distancia y prefería no hablar de ello.
Así, se marchó a casa. Recorrió a pie los 700 metros que separan el instituto de su hogar. Atravesó la valla de madera, pasó por el jardín, entró en la casa de color blanco donde residía con su familia, cogió un pañuelo que le había regalado su hermana pequeña por navidades, subió al primer piso, se lo anudó al cuello, lo ató a la barandilla de la escalera y se lanzó al vacío. Su hermana, la que le había regalado el pañuelo, la encontró ya muerta. Tenía 15 años.
Las autoridades de Massachusetts se preguntan si el oír que era una "zorra" todos los días durante tres meses fue lo que le llevó a matarse. La soga, dicen, era suya; los insultos, de los demás. La fiscal del distrito, Elizabeth Scheibel, ha presentado cargos criminales contra nueve compañeros de instituto de Phoebe. Siete de ellos, mujeres de entre 16 y 17 años, por acoso. Y dos hombres, Austin Renaud, de 18 años, acusado de tener sexo con Phoebe, menor, y Sean Mulveyhill, de 17 años, también por sexo con una menor y por acoso.
Fue la relación de Phoebe con este último lo que incendió a la mafia juvenil de las Chicas Malas. La joven Kayla Narey había estado saliendo con Sean, un joven rubio de gran sonrisa, capitán y estrella del equipo de fútbol del instituto. Habían roto. Y de repente, tras el último verano, Phoebe apareció en el instituto. Tímida, guapa, novedosa. Con su acento irlandés, la nueva belleza representaba aire fresco. Se vieron en el patio. Comenzaron a hablar. Él le pidió una cita. Ella accedió.
Kayla y su mafia enfurecieron. Qué difícil es ser la nueva, la rara, la diferente. Les ha pasado a los gordos, a los homosexuales, a los negros, a los estudiosos. También a las chicas guapas, parece. Los débiles.
El amor adolescente duró poco: el capitán Sean y la recién llegada Phoebe lo dejaron en octubre. Y, según la fiscalía, el joven atleta se alió con la banda. En un instituto hay que ser popular y no se lleva lo de ser un caballero. Les dio detalles: había tenido sexo con Phoebe.
Los profesores lo sabían. La docente sustituta Cindy Kele así se lo contó a la cadena de televisión local WWLP: "¿Cómo no iban a saberlo?, a menos que no estuvieran prestando atención a nada de lo que estuviera sucediendo en esa escuela. Y entonces uno se tiene que preguntar por qué están ahí si no hacen su trabajo".
La familia ha aguantado lo suyo. En la red social de Facebook, uno de los adolescentes acosadores escribió las palabras "misión cumplida" después de saber de su muerte. Una página dedicada a la memoria de Phoebe tuvo que ser cerrada a comentarios después de que otros miembros de la pandilla juvenil escribieran insultos a la chica muerta y a su familia.
Anne O'Brien Prince, madre de Phoebe, se había puesto en contacto, cuando la chica vivía todavía, con empleados de la escuela -una enfermera y un tutor- en dos ocasiones. Su hija estaba deshecha. Iba a clase sin ganas. Les rogó que hicieran algo. El superintendente del colegio, que el 7 de enero amonestó a un grupo de adolescentes por los insultos, sugiere que en el suicidio pudo haber más causas que el acoso. El director del centro, Daniel Smith, mandó una carta a los alumnos en la que decía: "Phoebe era inteligente, encantadora y, como suele suceder con los adolescentes, una joven complicada que quería a sus amigos más cercanos y a su familia. Nunca sabremos los motivos específicos por los que decidió quitarse la vida".
La fiscal asegura, después de haber hablado con 50 alumnos y profesores de la escuela, que esos motivos están bien claros: "Los sucesos del 14 de enero no fueron algo aislado. Son el clímax de una campaña que duró tres meses". Kayla, de las Chicas Malas, y Sean, el ex novio de Phoebe, se declararon inocentes en la vista oral celebrada el martes en el Tribunal Superior de Hampshire. El juez Judd J. Carhart les dejó en libertad hasta una nueva audiencia, prevista para septiembre, con la condición de que se mantengan alejados de la familia de Phoebe. La ex pareja y un tercer imputado decidieron no comparecer ante el juez, ante la prensa y ante los ex compañeros de instituto que habían acudido a los tribunales a verles las caras, puro morbo. Con la de ocasiones en que se habían unido en los pasillos para gritarle a Phoebe lo de "zorra" al unísono. En este momento se quedaron sin nada que decir, desaparecidos, lamentando a través de sus familiares que ahora son ellos los que reciben amenazas, pero estas anónimas, y algunas de muerte.
El suicidio de Phoebe Prince, acosada por sus compañeros de instituto, conmociona a EE UU
Phoebe Prince salió de clase el pasado 14 de enero como solía hacerlo en los meses que llevaba en Estados Unidos: cubierta de insultos. Los compañeros de instituto que la habían tomado con ella le habían preparado otra emboscada, esta vez en la biblioteca. Le cerraron el paso y le gritaron bien alto: "¡Zorra irlandesa!".
¿Qué más podía sucederle a esta adolescente? Había llegado el pasado verano, con su madre y sus tres hermanas, a South Hadley, una localidad rural del interior de Massachusetts de 17.000 habitantes. Habían dejado en Irlanda a su padre y a su hermano. Ella pronto comenzó a sufrir el acoso de la mafia del instituto, conocida como las Chicas Malas.
Siete días antes de la emboscada en la biblioteca, uno de los acosadores había irrumpido en una clase, con el profesor presente, y había gritado otra vez: "Zorra". Era "zorra" en el patio, "zorra" en el gimnasio, "zorra" en el vestuario, "zorra" en la cantina, "zorra" en las excursiones y las fiestas. Un estudiante que iba a ser su pareja en el baile de invierno, Sergio Loubriel, la llamó por teléfono tras el incidente de la biblioteca. "¿Cómo estás?", le preguntó. "Estoy bien, no te preocupes", le dijo. Era siempre así. Phoebe marcaba cierta distancia y prefería no hablar de ello.
Así, se marchó a casa. Recorrió a pie los 700 metros que separan el instituto de su hogar. Atravesó la valla de madera, pasó por el jardín, entró en la casa de color blanco donde residía con su familia, cogió un pañuelo que le había regalado su hermana pequeña por navidades, subió al primer piso, se lo anudó al cuello, lo ató a la barandilla de la escalera y se lanzó al vacío. Su hermana, la que le había regalado el pañuelo, la encontró ya muerta. Tenía 15 años.
Las autoridades de Massachusetts se preguntan si el oír que era una "zorra" todos los días durante tres meses fue lo que le llevó a matarse. La soga, dicen, era suya; los insultos, de los demás. La fiscal del distrito, Elizabeth Scheibel, ha presentado cargos criminales contra nueve compañeros de instituto de Phoebe. Siete de ellos, mujeres de entre 16 y 17 años, por acoso. Y dos hombres, Austin Renaud, de 18 años, acusado de tener sexo con Phoebe, menor, y Sean Mulveyhill, de 17 años, también por sexo con una menor y por acoso.
Fue la relación de Phoebe con este último lo que incendió a la mafia juvenil de las Chicas Malas. La joven Kayla Narey había estado saliendo con Sean, un joven rubio de gran sonrisa, capitán y estrella del equipo de fútbol del instituto. Habían roto. Y de repente, tras el último verano, Phoebe apareció en el instituto. Tímida, guapa, novedosa. Con su acento irlandés, la nueva belleza representaba aire fresco. Se vieron en el patio. Comenzaron a hablar. Él le pidió una cita. Ella accedió.
Kayla y su mafia enfurecieron. Qué difícil es ser la nueva, la rara, la diferente. Les ha pasado a los gordos, a los homosexuales, a los negros, a los estudiosos. También a las chicas guapas, parece. Los débiles.
El amor adolescente duró poco: el capitán Sean y la recién llegada Phoebe lo dejaron en octubre. Y, según la fiscalía, el joven atleta se alió con la banda. En un instituto hay que ser popular y no se lleva lo de ser un caballero. Les dio detalles: había tenido sexo con Phoebe.
Los profesores lo sabían. La docente sustituta Cindy Kele así se lo contó a la cadena de televisión local WWLP: "¿Cómo no iban a saberlo?, a menos que no estuvieran prestando atención a nada de lo que estuviera sucediendo en esa escuela. Y entonces uno se tiene que preguntar por qué están ahí si no hacen su trabajo".
La familia ha aguantado lo suyo. En la red social de Facebook, uno de los adolescentes acosadores escribió las palabras "misión cumplida" después de saber de su muerte. Una página dedicada a la memoria de Phoebe tuvo que ser cerrada a comentarios después de que otros miembros de la pandilla juvenil escribieran insultos a la chica muerta y a su familia.
Anne O'Brien Prince, madre de Phoebe, se había puesto en contacto, cuando la chica vivía todavía, con empleados de la escuela -una enfermera y un tutor- en dos ocasiones. Su hija estaba deshecha. Iba a clase sin ganas. Les rogó que hicieran algo. El superintendente del colegio, que el 7 de enero amonestó a un grupo de adolescentes por los insultos, sugiere que en el suicidio pudo haber más causas que el acoso. El director del centro, Daniel Smith, mandó una carta a los alumnos en la que decía: "Phoebe era inteligente, encantadora y, como suele suceder con los adolescentes, una joven complicada que quería a sus amigos más cercanos y a su familia. Nunca sabremos los motivos específicos por los que decidió quitarse la vida".
La fiscal asegura, después de haber hablado con 50 alumnos y profesores de la escuela, que esos motivos están bien claros: "Los sucesos del 14 de enero no fueron algo aislado. Son el clímax de una campaña que duró tres meses". Kayla, de las Chicas Malas, y Sean, el ex novio de Phoebe, se declararon inocentes en la vista oral celebrada el martes en el Tribunal Superior de Hampshire. El juez Judd J. Carhart les dejó en libertad hasta una nueva audiencia, prevista para septiembre, con la condición de que se mantengan alejados de la familia de Phoebe. La ex pareja y un tercer imputado decidieron no comparecer ante el juez, ante la prensa y ante los ex compañeros de instituto que habían acudido a los tribunales a verles las caras, puro morbo. Con la de ocasiones en que se habían unido en los pasillos para gritarle a Phoebe lo de "zorra" al unísono. En este momento se quedaron sin nada que decir, desaparecidos, lamentando a través de sus familiares que ahora son ellos los que reciben amenazas, pero estas anónimas, y algunas de muerte.
2 comentarios:
No me habia enterado de esto. Espero que hagan algo al respecto y no esperen otra victima. Pensar que solo son ninos lo que pueden hacer esto y sin remordimiento y que profesores que saben lo que pasa y no hagan nada. Que es lo que nos espera en el futuro??
No me habia enterado de esto. Espero que hagan algo al respecto y no esperen otra victima. Pensar que solo son ninos lo que pueden hacer esto y sin remordimiento y que profesores que saben lo que pasa y no hagan nada. Que es lo que nos espera en el futuro??
Publicar un comentario