Mi vida, en dos patadas. ELVIRA LINDO. DOMINGO - 18-04-2010 Yo era esa niña que jugaba con muñecas. Esa niña que, en la época remota en que los niños podíamos salir solos a los parques, se bajaba a la plaza paseando a su bebé de plástico en su cochecito de plástico. Yo era esa niña que preparaba comiditas con tierra, la niña que hablaba a su muñeco, le bañaba, le cortaba el pelo y le pedía a sus tías que le hicieran jerséis para el invierno. Yo era la niña que cuando veía a su madre arreglarse le pedía que le pintara los labios, que le pusiera un poquito de perfume detrás de las orejas y que le robaba los zapatos de tacón para disfrutar del sonido maravilloso de los tacones. Esa delicadeza estética y maternal no era cortapisa, queridos amigos, para que fuera la más burra entre las niñas que en el mundo ha habido jugando al churro-mediamanga-mangaentera, un juego tan bestia como el fútbol americano pero sin casco. Yo era esa niña que, con dos costras permanentes en las rodillas, llegaba a casa derrotada de los juegos callejeros, pero como si tuviera una conciencia temprana de que la época del juego se esfuma, no perdía el tiempo: sentaba a mis cinco muñecos en filas como si estuvieran en la escuela y les daba clase. A una de las muñecas le ponía el nombre de una chula de mi colegio y la tenía castigada todo el tiempo contra la pared. Qué placer sentía yo, tan dulce en la vida real, al vengarme de quien tanto me hacía sufrir a mí con sus burlas. Yo era esa niña que leía mucho. Aunque antes de saber leer ya sabía lo que era la literatura gracias a mis tías, que me contaron muchos cuentos. Los clásicos, Garbancito, El enano saltarín, Caperucita o Cenicienta. Aprender a leer fue para mí descubrir el mecanismo por el cual uno escucha un cuento cuantas veces quiera. A los doce años ya tenía pretensiones de adulta y empecé a leer las novelas de mayores. Me interesaban, sobre todo, los argumentos en los que se entrelazaran azarosamente las vidas humanas y, por supuesto, aquellos en los que al final venciera el amor. Cuidado, esto que algunos pudieran considerar cursi no estaba reñido con que empezara a encontrar abusivo eso de que fuéramos siempre las chicas las que limpiáramos la cocina. Como niña inteligente que era, sabía muy bien distinguir entre el mundo de la ficción y el mundo real, y el hecho de que en muchas novelas las heroínas buscaran la felicidad a través del casamiento no había convertido eso en el objetivo de mi vida. En mi adolescencia me hice joven revolucionaria y me propuse leer algunos ensayos de pedagogía, sexualidad, psicología. Como resultado de estas lecturas llegué a la conclusión de que había sido una niña antigua y masacrada por la cultura reaccionaria. Una niña de vergüenza ajena. Según el retrato robot de estos estremecedores ensayos, la niña inteligente era la que optaba por los juegos de acción, prefería jugar con automóviles en vez de con muñecas, no quería ser princesa y se masturbaba desde que tenía uso de razón porque de lo inteligente que era antes de saber dónde estaba Leningrado esa niña ya se tenía localizado el clítoris. Yo hubiera seguido jugando con muñecas hasta tener un niño real entre mis brazos, pero ni por asomo deseaba ser una joven carca. Por fortuna, fui madre jovencísima y, aunque era la época en que se decía que el instinto maternal era una construcción cultural impuesta, yo vivía en secreto mi instinto, mi brutal instinto, era como la loba con su cachorro. Cuando llegó el momento de leerle a la criatura cuentos yo ya me estaba librando, por fortuna, de esa idea de que todo juego y todo cuento han de ser pedagógicos y cumplir estrictas reglas morales. Al niño le gustaban monstruos espantosos, pero la mejor manera de tenerlo encandilado era contarle un cuento clásico. Dada mi experiencia como madre primero y como escritora de cuentos después, me gustaría, en algún momento, ser escuchada por quienes creen que para cambiar la realidad tienen que emplear las tijeras de podar en la literatura infantil. ¿Por qué hay que tener menos respeto a la Cenicienta que a las novelas de Jane Austen, que al fin y al cabo tratan de lo mismo, de mujeres que luchan por salir de una vida miserable gracias al amor y al matrimonio? Los que hayan leído la Cenicienta a un niño se darán cuenta de que el crío no se pone de lado del príncipe por el hecho de ser un varón; el niño, como cualquier lector, se identifica con la protagonista, con la Cenicienta. Igual que las niñas se identifican con el superhéroe. Los niños van siempre con el protagonista, sea del género que sea. Por Dios. Es de cajón. Los cuentos clásicos están hechos de acero, han soportado el paso del tiempo, adiestran al niño en las emociones puras: el amor, el abandono, la pena, el ansia de superación y el triunfo del inteligente contra el bruto. ¿Qué tendrá que ver eso con la violencia de género o la perpetuación de los roles? Siendo autora de cuentos he sufrido muchas veces la falta de respeto que se le tiene a la literatura infantil, pero ya esto de querer meter cuchara en los cuentos clásicos me parece, sobre todo, trasnochado. Añadiría algo más: tengan un poco más de respeto por los juegos de niñas. Que jugar a casitas, a mamás o leer historias de amor no nos hace ni tontas, ni putas, ni sumisas. ¡Sumisa yo!
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
.
Archivo del blog
-
►
2012
(291)
- ► septiembre (23)
-
►
2011
(449)
- ► septiembre (57)
-
▼
2010
(641)
- ► septiembre (43)
-
▼
abril
(70)
- Llevar el 'burka' en Francia se multará con 150 eu...
- My conviction about young and adolescent people
- Detenido un profesor del instituto Avempace por la...
- Eduardo Punset en Zaragoza: “El amor es un instint...
- Teresa forcades i Vila: "Es inmoral que la Iglesia...
- Ser negro en España
- Europa tenía tetas MARUJA TORRES
- Entrevista con Richard E. Boyatzis. "Los líderes d...
- El triunfo de Aminetu Haidar. Carlos Taibo
- Unas maestras cántabras posan desnudas para ayudar...
- El Frontal de Liesa. La leyenda del martirio del s...
- Paletos homéricos. JAVIER MARÍAS
- El milagro de sor Verónica. JESÚS RODRÍGUEZ
- Grandes Simios. Nobles, crueles o vengativos. LUIS...
- Retromanía y 'Gran hermano' ponen en marcha los ba...
- La educación no es gasto, es inversión. España nec...
- Cómo construir una economía 'verde'. Sabemos cómo ...
- Goldman Sachs presumió del dinero que hizo con el ...
- PADRES DEL MAL. Lobos entre corderos. La Iglesia e...
- Calendario escolar 2010/11 y 2011/12. Una vez más ...
- ¿Es el hiyab un símbolo de discriminación de la mu...
- Fallecimiento del padre o la madre. Herencias: trá...
- Firma petición en apoyo al juez Garzón
- Pérez-Reverte insiste: "El español es un pueblo fu...
- La invisibilidad de las víctimas. JUAN DIEGO BOTTO
- Otro Hoax: Ni en China ni en Taiwan se comen fetos...
- Torear y otras maldades. MARIO VARGAS LLOSA
- El vello es bello en Hollywood. Penélope Cruz, Mo'...
- El tahúr de la miseria. Paulson ganó 8.000 millone...
- Tiger, Toyota y el Papa. MOISÉS NAÍM. "...el Vatic...
- La línea de sombra. JAVIER PRADERA. "...inciertas ...
- Mi vida, en dos patadas. ELVIRA LINDO. "... jugar ...
- Corrupción a la sombra del poder. La trama Gürtel ...
- 10.000 niños de Aragón tienen ya tarjeta de estudi...
- Los alumnos aragoneses abandonan el estudio de Rel...
- No estemos siempre a la defensiva CRISTINA LLAGOS...
- ¿El enemigo está fuera o dentro? BORJA VILASECA EL...
- Carta abierta a los obispos católicos de todo el m...
- Kaare Bluitgen is now struggling to find a publish...
- El fenómeno del ´lazo débil´. Crecen los casos de ...
- Ciudadanos comprometidos pagan por sus emisiones d...
- La reciente condena de dos años de prisión a una m...
- 'Viagra' para ellas. KARELIA VÁZQUEZ
- Un abogado contra el Papa. Un bufete norteamerican...
- Los calvinistas tendrán que incluir mujeres en sus...
- Ante la corrupción en el PP. JAVIER MORENO. EL PA...
- Reprobación para el Papa ...
- La esencia del liderazgo y la crisis de los 40 BOR...
- ACOSO ESCOLAR. En manos de las Chicas Malas. Cómo ...
- La conjura del silencio del Vaticano sobre los cas...
- Ratzinger, en la hoguera
- Cuidado con la calidad de productos alimenticios d...
- How don't love Russian Red? Lourdes Hernández is s...
- Con alumnas como Nerea Marco qué gusto da ser prof...
- Silvio Rodríguez y Pablo Milanes en 1983. Silvio R...
- Sexualidad infantil, ¿abuso sexual o abuso cultura...
- El Instituto de la Mujer, organismo dependiente de...
- Quedan aún "maestros" capaces de contagiar el amor...
- Cuando el anciano es un engorro. El maltrato a may...
- David trueba. Las polémicas. La fiesta de los toro...
- Isabel Coixet. El triunfo de las hienas. Acoso y d...
- Bono cree que la Iglesia está actuando "torpemente...
- Ipazía de Alejandría según Amenábar en Ágora
- Imágenes objetos en venta
- La dieta de las cavernas. Paleodieta
- En busca del punto G. Objeto ginecológico no ident...
- Estrategias para afrontar la crisis JENNY MOIX EL ...
- Trucos para cuidar la mente FRANCESC MIRALLES EL P...
- Cómo evitamos perder los papeles. FERRAN RAMON-COR...
- La psicología barata ha hecho mucho daño poniendo ...
-
►
2009
(606)
- ► septiembre (14)
-
►
2008
(517)
- ► septiembre (83)
-
►
2007
(492)
- ► septiembre (22)
-
►
2006
(225)
- ► septiembre (11)
Links
- Antonio Aramayona IES Filósofo
- Aula de Filosofía
- Blog de Enrique Meneses
- Blog ilustrado, progresista y ateo
- Carlos Carnicero Periodista
- Consume Hasta Morir
- Ecofactory
- Eduard Punset
- El Gran Wyoming
- El mito de la España católica
- Equo
- Eso de la ESO: Diario de un profe de ESO
- Genera tu energía
- Iguales En Las 3000
- La lógica del titiritero
- Mercado Agricultura Ecológica Zaragoza
- Movimiento Por la Extinción Humana Voluntaria
- Proyecto Matriz
- Razón atea: Un espacio para dudar
- SEXO ¡GRATIS! BLOG DE
- SEXUAL EDUCATION
- The Information Paradox
- Tres Culturas y otras mentiras necesarias
- Zaragoza salvaje:ecología, flora y fauna
No hay comentarios:
Publicar un comentario