Hostelería y tabaco. La prohibición de fumar en bares y restaurantes supondría un beneficio para la salud de los ciudadanos y, como demuestra lo ocurrido en otros países, no implicaría pérdidas económicas para la hostelería. Por Rodrigo Córdoba García
CUANDO la ministra de Sanidad advierte de que el Gobierno está preparado par ampliar la Ley del Tabaco y proteger así mejor la salud de los españoles, determinadas organizaciones de hostelería se posicionan en contra, anteponiendo supuestos intereses económicos a la salud del conjunto de los ciudadanos. Por otra parte, muchos empresarios sensatos y responsables admiten que es inevitable que se llegue a prohibir fumar en todos los locales públicos, como está ocurriendo en la mayor parte de la UE, o en países tan diversos como Turquía, India, Tailandia o Colombia. Si para evitar la propagación de una grave epidemia hubiera que cerrar los bares y restaurantes durante una semana, todo el mundo aceptaría una merma económica por la protección de la salud. El humo de tabaco ambiental causa en no fumadores 3.200 fallecimientos y muchos miles más de enfermos crónicos al año por la exposición de personas a los humos tóxicos y cancerígenos.
Pero es que, además, el hecho de prohibir fumar en la hostelería no ha supuesto en ningún país merma económica para el sector. Las primeras leves que prohibían fumar en restaurantes surgieron en Nueva York y en California en 1995 y todos los datos económicos de ventas siguieron progresando positivamente. En Europa, tenemos experiencias desde 2004. En el caso de Irlanda, al año siguiente de la Ley, los ingresos del sector repuntaron en un 1%. En Noruega, se observó un efecto económico neutro. En Reino Unido, la Ley, ' muy estricta, entró en vigor en marzo de 2008 y, en octubre los datos oficiales revelaron que la apertura de locales de ocio se incrementó entre un 6 y un 14 por ciento. Si afectara negativamente al negocio no se abrirían continuamente nuevos locales.
Se dice a menudo que España es un país turístico y que esa regulación estricta podría disuadir a algunos visitantes. Sin embargo, la realidad es que las quejas de los turistas son crecientes en España, pero a causa de la permisividad del humo. Las tres cuartas, partes de los británicos, alemanes y franceses no fuman y en sus países ya están disfrutando de ocio sin humos. Los casos de Italia e Irlanda son demostrativos. En Irlanda, el turismo aumentó un 3% después de la entrada en vigor de la nueva Ley, que se cumple a plena satisfacción de clientes y empresarios. En Italia, país mediterráneo y turístico por excelencia, nadie ha podido demostrar pérdidas económicas globales en el sector del ocio y la hostelería a pesar de que no se fuma en los locales.
Otro argumento de ciertos empresarios es que han hecho inversiones para adaptar los locales de acuerdo a la Ley actual. No es de recibo usar este argumento para oponerse a un ampliación de la Ley citando menos del uno por cien de los 350.000 locales del país tienen esas adaptaciones. Evidentemente, no habría razones para penalizar a los hosteleros que cumplieron la Ley honestamente desde septiembre de 2006 y puede buscarse, entre todos, algún tipo de compensación, pero queremos insistir en que esas situaciones son la excepción.
Respecto a los deseos de los clientes fumadores, es cierto que a algunos les gustaría fumar en bares y restaurantes como también les gustaría seguir alimentando su adicción en todo tipo de lugares, pero eso no es posible porque el humo del tabaco afecta a la salud de los no fumadores y los sistemas de ventilación se han mostrado tremendamente ineficaces para limpiar el humo de tabaco. Los primeros beneficiados serían los trabajadores del sector. ¿Cómo se puede obligar a una empleada embarazada o asmática a tragarse los humos del local? Los fumadores también se verían beneficiados, porque un entorno sin humos ni cigarrillos les ayudaría a dejar el tabaco.
Los ambientes libres de humo han demostrado que disminuyen el inicio del consumo de tabaco en los adolescentes en un 60%. El 70% de la población española adulta apoya espacios sin humo en la hostelería. Naturalmente, este apoyo es menor en los actuales usuarios de bares y cafeterías. Pero lo que ocurre a menudo es que si en un grupo de diez amigos solo fuman tres, hay que ir a un local con humos, de modo que la mayoría se convierte en rehén del tabaco. No es aceptable ese concepto de tolerancia que supone que los no fumadores pongan sus pulmones a disposición de los adictos a la nicotina. Finalmente, ¿se han preguntado los hosteleros más reacios a los cambios cuántos clientes ganarían si ofrecieran ambientes sin humo, más saludables y de mayor calidad? La hostelería debería competir por la calidad de sus servicios, no por ofrecer espacios para fumar en sus locales. Esperemos que las organizaciones de hostelería defiendan sus auténticos intereses, así como a sus trabajadores y clientes, y no tanto los de otros sectores ajenos al núcleo de su negocio. Rodrigo Córdoba García es portavoz del Comité Nacional para la Prevención del tabaquismo
CUANDO la ministra de Sanidad advierte de que el Gobierno está preparado par ampliar la Ley del Tabaco y proteger así mejor la salud de los españoles, determinadas organizaciones de hostelería se posicionan en contra, anteponiendo supuestos intereses económicos a la salud del conjunto de los ciudadanos. Por otra parte, muchos empresarios sensatos y responsables admiten que es inevitable que se llegue a prohibir fumar en todos los locales públicos, como está ocurriendo en la mayor parte de la UE, o en países tan diversos como Turquía, India, Tailandia o Colombia. Si para evitar la propagación de una grave epidemia hubiera que cerrar los bares y restaurantes durante una semana, todo el mundo aceptaría una merma económica por la protección de la salud. El humo de tabaco ambiental causa en no fumadores 3.200 fallecimientos y muchos miles más de enfermos crónicos al año por la exposición de personas a los humos tóxicos y cancerígenos.
Pero es que, además, el hecho de prohibir fumar en la hostelería no ha supuesto en ningún país merma económica para el sector. Las primeras leves que prohibían fumar en restaurantes surgieron en Nueva York y en California en 1995 y todos los datos económicos de ventas siguieron progresando positivamente. En Europa, tenemos experiencias desde 2004. En el caso de Irlanda, al año siguiente de la Ley, los ingresos del sector repuntaron en un 1%. En Noruega, se observó un efecto económico neutro. En Reino Unido, la Ley, ' muy estricta, entró en vigor en marzo de 2008 y, en octubre los datos oficiales revelaron que la apertura de locales de ocio se incrementó entre un 6 y un 14 por ciento. Si afectara negativamente al negocio no se abrirían continuamente nuevos locales.
Se dice a menudo que España es un país turístico y que esa regulación estricta podría disuadir a algunos visitantes. Sin embargo, la realidad es que las quejas de los turistas son crecientes en España, pero a causa de la permisividad del humo. Las tres cuartas, partes de los británicos, alemanes y franceses no fuman y en sus países ya están disfrutando de ocio sin humos. Los casos de Italia e Irlanda son demostrativos. En Irlanda, el turismo aumentó un 3% después de la entrada en vigor de la nueva Ley, que se cumple a plena satisfacción de clientes y empresarios. En Italia, país mediterráneo y turístico por excelencia, nadie ha podido demostrar pérdidas económicas globales en el sector del ocio y la hostelería a pesar de que no se fuma en los locales.
Otro argumento de ciertos empresarios es que han hecho inversiones para adaptar los locales de acuerdo a la Ley actual. No es de recibo usar este argumento para oponerse a un ampliación de la Ley citando menos del uno por cien de los 350.000 locales del país tienen esas adaptaciones. Evidentemente, no habría razones para penalizar a los hosteleros que cumplieron la Ley honestamente desde septiembre de 2006 y puede buscarse, entre todos, algún tipo de compensación, pero queremos insistir en que esas situaciones son la excepción.
Respecto a los deseos de los clientes fumadores, es cierto que a algunos les gustaría fumar en bares y restaurantes como también les gustaría seguir alimentando su adicción en todo tipo de lugares, pero eso no es posible porque el humo del tabaco afecta a la salud de los no fumadores y los sistemas de ventilación se han mostrado tremendamente ineficaces para limpiar el humo de tabaco. Los primeros beneficiados serían los trabajadores del sector. ¿Cómo se puede obligar a una empleada embarazada o asmática a tragarse los humos del local? Los fumadores también se verían beneficiados, porque un entorno sin humos ni cigarrillos les ayudaría a dejar el tabaco.
Los ambientes libres de humo han demostrado que disminuyen el inicio del consumo de tabaco en los adolescentes en un 60%. El 70% de la población española adulta apoya espacios sin humo en la hostelería. Naturalmente, este apoyo es menor en los actuales usuarios de bares y cafeterías. Pero lo que ocurre a menudo es que si en un grupo de diez amigos solo fuman tres, hay que ir a un local con humos, de modo que la mayoría se convierte en rehén del tabaco. No es aceptable ese concepto de tolerancia que supone que los no fumadores pongan sus pulmones a disposición de los adictos a la nicotina. Finalmente, ¿se han preguntado los hosteleros más reacios a los cambios cuántos clientes ganarían si ofrecieran ambientes sin humo, más saludables y de mayor calidad? La hostelería debería competir por la calidad de sus servicios, no por ofrecer espacios para fumar en sus locales. Esperemos que las organizaciones de hostelería defiendan sus auténticos intereses, así como a sus trabajadores y clientes, y no tanto los de otros sectores ajenos al núcleo de su negocio. Rodrigo Córdoba García es portavoz del Comité Nacional para la Prevención del tabaquismo
1 comentario:
Para que después venga Bebe y diga que no va a dejar de fumar por estar embarazada.
Te invito a leer mi artículo:
CUALQUIERA PUEDE SER MADRE
http://www.terceraopinion.net/2009/11/08/cualquiera-puede-ser-madre/
Un saludo
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