Michelle Rhee, la responsable del sistema de educación de Washington, fue recientemente portada de la revista Time bajo el título Cómo salvar las escuelas de EEUU. Durante la campaña electoral, Barack Obama la llamó "una maravillosa superintendente". Rhee --38 años, de origen coreano, con reputación de dura, resoluta, muy trabajadora y poco amante de las medias tintas-- tiene la ingente tarea de reformar el sistema educativo de la capital, de los peores de EEUU. Para ello, ha tomado decisiones arriesgadas, entre las que destaca pagar con dinero a los niños de entre 11 y 14 años que se porten bien.
EEUU es uno de los países del mundo que más dinero invierten por alumno entre la primaria y el instituto. Aun así, se encuentra a la cola en rendimiento en matemáticas o ciencias. En el caso de Washington, solo un 36% de los estudiantes de instituto son competentes en matemáticas, y un 39% en lectura. El sistema presenta unas diferencias de rendimiento abismales entre los chicos que acuden a escuelas urbanas y los que acuden a escuelas de los suburbios, lo que suele coincidir con disparidades de rentas de sus familias. "Estamos en Washington, la capital de la nación. Y los niños de esta ciudad reciben una educación de la que todo ciudadano del país debería sentirse avergonzado", ha declarado Rhee.
En el año y medio que lleva en el cargo, Rhee ya ha tomado muchas decisiones. La de premiar a los buenos estudiantes con dinero es una de las que ha generado más debate. La idea no es nueva (en algunos estados se premia la lectura de libros o se entrega a los niños dinero ficticio que después pueden usar en las instalaciones de la escuela) pero sí la fórmula: una combinación de buenas notas, puntualidad, asistencia, hacer los deberes y buena conducta en clase.
El presupuesto
El programa piloto se llevará a cabo durante un año y contempla que, como máximo, un alumno pueda ganar hasta 100 dólares (72 euros) cada dos semanas. Hay 3.300 alumnos para el plan, que cuenta con un presupuesto de 2,7 millones de dólares (1,9 millones de euros) financiados a partes iguales por la ciudad y un programa de la Universidad de Harvard. Rhee ha tomado prestada la idea de Capital Gains, una organización creada por un economista de Harvard que trabaja para eliminar la diferencia de excelencia académica entre los estudiantes blancos y los que pertenecen a minorías.
La idea ha sido muy bien recibida por los alumnos y con división de opiniones entre los padres y los responsables educativos. Por un lado, se critica que la motivación para estudiar sea económica. Pero, por el otro, se afirma que es un buen aprendizaje para los niños de lo que se encontrarán cuando crezcan y entren en el mundo real: el buen trabajo es recompensado. Desde que el plan se puso en marcha en octubre, las escuelas hablan de un descenso apreciable de los novillos entre los estudiantes.
Junto a los alumnos
El plan es fiel a la ideología de Rhee, que se basa en lograr como sea un mayor rendimiento educativo y en situarse siempre que se pueda al lado de los alumnos. Los objetivos de su cruzada son los profesores, a los que considera clave para que un niño avance o no. En el año y medio que lleva en el cargo, Rhee ha cerrado 21 escuelas, ha despedido a 270 profesores y ha destituido a 36 directores, entre ellos al de la escuela de sus hijas.
Obviamente, estas decisiones le han generado problemas con el profesorado y los sindicatos, que dicen que su teoría de que el trabajo de un profesor debe valorarse solo por las notas que logren sus alumnos no contempla factores sociales que suelen darse en las escuelas públicas de las grandes ciudades, como la pobreza, la delincuencia juvenil, las familias desestructuradas y la poca implicación de los padres. Al margen de que señala a los maestros como los únicos responsables del desastre del sistema educativo de la ciudad.
Pero Rhee no se amilana, y otro de sus objetivos es desterrar de Washington los contratos indefinidos de los maestros, una rareza del mercado laboral de EEUU que se puso en marcha para protegerlos de represalias políticas. Para ello ha puesto una propuesta sobre la mesa: doblar el sueldo a los que acepten ser valorados anualmente por el rendimiento de su clase y mantenerlo a quien se niegue. Y es que Rhee cree en los incentivos económicos en la educación.
EEUU es uno de los países del mundo que más dinero invierten por alumno entre la primaria y el instituto. Aun así, se encuentra a la cola en rendimiento en matemáticas o ciencias. En el caso de Washington, solo un 36% de los estudiantes de instituto son competentes en matemáticas, y un 39% en lectura. El sistema presenta unas diferencias de rendimiento abismales entre los chicos que acuden a escuelas urbanas y los que acuden a escuelas de los suburbios, lo que suele coincidir con disparidades de rentas de sus familias. "Estamos en Washington, la capital de la nación. Y los niños de esta ciudad reciben una educación de la que todo ciudadano del país debería sentirse avergonzado", ha declarado Rhee.
En el año y medio que lleva en el cargo, Rhee ya ha tomado muchas decisiones. La de premiar a los buenos estudiantes con dinero es una de las que ha generado más debate. La idea no es nueva (en algunos estados se premia la lectura de libros o se entrega a los niños dinero ficticio que después pueden usar en las instalaciones de la escuela) pero sí la fórmula: una combinación de buenas notas, puntualidad, asistencia, hacer los deberes y buena conducta en clase.
El presupuesto
El programa piloto se llevará a cabo durante un año y contempla que, como máximo, un alumno pueda ganar hasta 100 dólares (72 euros) cada dos semanas. Hay 3.300 alumnos para el plan, que cuenta con un presupuesto de 2,7 millones de dólares (1,9 millones de euros) financiados a partes iguales por la ciudad y un programa de la Universidad de Harvard. Rhee ha tomado prestada la idea de Capital Gains, una organización creada por un economista de Harvard que trabaja para eliminar la diferencia de excelencia académica entre los estudiantes blancos y los que pertenecen a minorías.
La idea ha sido muy bien recibida por los alumnos y con división de opiniones entre los padres y los responsables educativos. Por un lado, se critica que la motivación para estudiar sea económica. Pero, por el otro, se afirma que es un buen aprendizaje para los niños de lo que se encontrarán cuando crezcan y entren en el mundo real: el buen trabajo es recompensado. Desde que el plan se puso en marcha en octubre, las escuelas hablan de un descenso apreciable de los novillos entre los estudiantes.
Junto a los alumnos
El plan es fiel a la ideología de Rhee, que se basa en lograr como sea un mayor rendimiento educativo y en situarse siempre que se pueda al lado de los alumnos. Los objetivos de su cruzada son los profesores, a los que considera clave para que un niño avance o no. En el año y medio que lleva en el cargo, Rhee ha cerrado 21 escuelas, ha despedido a 270 profesores y ha destituido a 36 directores, entre ellos al de la escuela de sus hijas.
Obviamente, estas decisiones le han generado problemas con el profesorado y los sindicatos, que dicen que su teoría de que el trabajo de un profesor debe valorarse solo por las notas que logren sus alumnos no contempla factores sociales que suelen darse en las escuelas públicas de las grandes ciudades, como la pobreza, la delincuencia juvenil, las familias desestructuradas y la poca implicación de los padres. Al margen de que señala a los maestros como los únicos responsables del desastre del sistema educativo de la ciudad.
Pero Rhee no se amilana, y otro de sus objetivos es desterrar de Washington los contratos indefinidos de los maestros, una rareza del mercado laboral de EEUU que se puso en marcha para protegerlos de represalias políticas. Para ello ha puesto una propuesta sobre la mesa: doblar el sueldo a los que acepten ser valorados anualmente por el rendimiento de su clase y mantenerlo a quien se niegue. Y es que Rhee cree en los incentivos económicos en la educación.
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