Arreglar los daños en los espacios públicos cuesta tres millones cada año en Zaragoza. Los actos incívicos que persigue la nueva ordenanza municipal conllevan una factura elevada para Zaragoza. Limpiar los grafitis y recoger excrementos caninos suponen casi dos tercios del coste anual. JAVIER LUIS VELASCO. Zaragoza
Los actos incívicos le salen caros a Zaragoza. La factura que tiene que pagar la ciudad por limpiar los grafitis, los orines y excrementos, los chicles, las botellas y por reponer el mobiliario urbano asciende a los tres millones de euros todos los años. La ordenanza cívica que entró en vigor hace más de dos semanas y que contempla sanciones de hasta 1.500 euros, pretende preservar el patrimonio municipal y, de rebote, reducir este gran coste para la ciudad.
El nuevo texto prohíbe específicamente "realizar toda clase de grafiti, pintada, mancha, escrito, inscripción o grafismo sobre cualquier elemento del espacio público". Estos actos vandálicos, que afectan especialmente al Casco, suponen al consistorio anualmente 1,3 millones de euros. Es lo que cuesta el mantenimiento de los 13 equipos que, todos los días, se dedican a la limpieza de pintadas y manchas en el pavimento.
Además, cuatro brigadas específicas recorren las zonas más delicadas, como la calle de Alfonso I o la plaza del Pilar. Estos 13 equipos cuentan con vehículos de hidropresión que lanzan agua con fuerza. Además, son brigadas versátiles, ya que no todas las pintadas se pueden eliminar de la misma manera. Depende de la superficie.
También se dedican a limpiar las manchas en el pavimento que producen los orines y los excrementos de aves. Estos limpiadores acaban cada año con más de 75.000 pintadas y grafitis. Sin embargo, solo 32 grafiteros han sido denunciados este año por el consistorio.
Otro de los actos incívicos que persigue la nueva ordenanza, y que supone un alto coste a las arcas municipales, es el de los propietarios de perros que no recogen los excrementos de sus animales. El mantenimiento de los equipos de limpieza de FCC que los limpian cuesta, todos los años, 603.000 euros. Son siete brigadas específicas, que cuentan con dos vehículos nuevos especialmente pensados para la labor que realizan. Son unas motos que aspiran los excrementos y un triciclo eléctrico de recogida manual con un depósito en la parte trasera.
Además, FCC cuenta con un equipo especial para quitar chicles del pavimento. Este engorda la factura municipal anual de vandalismo en 115.000 euros. Una brigada más se encarga de la limpieza de botellones en las riberas y los parques -además de la que actúa habitualmente en las plazas y calles-. Aunque el botellón no está recogido en esta norma, sí lo está "cualquier acción que ensucie, perjudique o deteriore" el mobiliario y la vegetación de las zonas verdes. Las actuaciones de estos equipos, los sábados y los lunes, cuestan 211.000 euros al año.
Daños en el mobiliario
En total, y dejando fuera la recogida de las basuras y residuos, también castigadas por la ordenanza, los actos incívicos llevan el recibo municipal hasta los 2,8 millones. A estas cantidades hay que sumar lo que gastan las empresas que se encargan de gran parte del mobiliario urbano en reponer los daños ocasionados por los vándalos.
En concreto, JC Decaux pone paradas de autobús, algunas papeleras, bancos… Las reparaciones corren a cuenta de esta empresa, pero en el fondo son gastos municipales, ya que si la contrata no tuviera que hacer ese gasto, el Ayuntamiento recibiría otra contrapartida. JC Decaux se gasta aproximadamente 200.000 euros.
Estos destrozos tienen facturas variadas. En una marquesina, por ejemplo, la factura más habitual ronda los 400 euros por la rotura de un cristal, pero en algunos casos han llegado a pagar más de 6.000. Con la nueva ordenanza, que recoge la posibilidad de sustituir las sanciones por trabajos en beneficio de la comunidad, los vándalos podrán llegar a pagar 1.500 euros de multa.
Los actos incívicos le salen caros a Zaragoza. La factura que tiene que pagar la ciudad por limpiar los grafitis, los orines y excrementos, los chicles, las botellas y por reponer el mobiliario urbano asciende a los tres millones de euros todos los años. La ordenanza cívica que entró en vigor hace más de dos semanas y que contempla sanciones de hasta 1.500 euros, pretende preservar el patrimonio municipal y, de rebote, reducir este gran coste para la ciudad.
El nuevo texto prohíbe específicamente "realizar toda clase de grafiti, pintada, mancha, escrito, inscripción o grafismo sobre cualquier elemento del espacio público". Estos actos vandálicos, que afectan especialmente al Casco, suponen al consistorio anualmente 1,3 millones de euros. Es lo que cuesta el mantenimiento de los 13 equipos que, todos los días, se dedican a la limpieza de pintadas y manchas en el pavimento.
Además, cuatro brigadas específicas recorren las zonas más delicadas, como la calle de Alfonso I o la plaza del Pilar. Estos 13 equipos cuentan con vehículos de hidropresión que lanzan agua con fuerza. Además, son brigadas versátiles, ya que no todas las pintadas se pueden eliminar de la misma manera. Depende de la superficie.
También se dedican a limpiar las manchas en el pavimento que producen los orines y los excrementos de aves. Estos limpiadores acaban cada año con más de 75.000 pintadas y grafitis. Sin embargo, solo 32 grafiteros han sido denunciados este año por el consistorio.
Otro de los actos incívicos que persigue la nueva ordenanza, y que supone un alto coste a las arcas municipales, es el de los propietarios de perros que no recogen los excrementos de sus animales. El mantenimiento de los equipos de limpieza de FCC que los limpian cuesta, todos los años, 603.000 euros. Son siete brigadas específicas, que cuentan con dos vehículos nuevos especialmente pensados para la labor que realizan. Son unas motos que aspiran los excrementos y un triciclo eléctrico de recogida manual con un depósito en la parte trasera.
Además, FCC cuenta con un equipo especial para quitar chicles del pavimento. Este engorda la factura municipal anual de vandalismo en 115.000 euros. Una brigada más se encarga de la limpieza de botellones en las riberas y los parques -además de la que actúa habitualmente en las plazas y calles-. Aunque el botellón no está recogido en esta norma, sí lo está "cualquier acción que ensucie, perjudique o deteriore" el mobiliario y la vegetación de las zonas verdes. Las actuaciones de estos equipos, los sábados y los lunes, cuestan 211.000 euros al año.
Daños en el mobiliario
En total, y dejando fuera la recogida de las basuras y residuos, también castigadas por la ordenanza, los actos incívicos llevan el recibo municipal hasta los 2,8 millones. A estas cantidades hay que sumar lo que gastan las empresas que se encargan de gran parte del mobiliario urbano en reponer los daños ocasionados por los vándalos.
En concreto, JC Decaux pone paradas de autobús, algunas papeleras, bancos… Las reparaciones corren a cuenta de esta empresa, pero en el fondo son gastos municipales, ya que si la contrata no tuviera que hacer ese gasto, el Ayuntamiento recibiría otra contrapartida. JC Decaux se gasta aproximadamente 200.000 euros.
Estos destrozos tienen facturas variadas. En una marquesina, por ejemplo, la factura más habitual ronda los 400 euros por la rotura de un cristal, pero en algunos casos han llegado a pagar más de 6.000. Con la nueva ordenanza, que recoge la posibilidad de sustituir las sanciones por trabajos en beneficio de la comunidad, los vándalos podrán llegar a pagar 1.500 euros de multa.
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