Varios países cuestionan la sal 'quitanieves' por su daño ambiental. Es barata y eficaz, pero perjudica a árboles, ríos, coches e infraestructuras. CRISTINA CASTRO - Madrid. EL PAÍS - Sociedad - 16-01-2009
Las bonitas postales de paisajes blancos que ha dejado el temporal de nieve han sido también las de camiones esparciendo millones de toneladas de sal para hacer transitables calles y carreteras. El cloruro sódico o sal común es el compuesto más utilizado para deshacer la nieve por su eficacia y, sobre todo, por su bajo precio. Sin embargo, en países con intensas nevadas como Alemania, Austria, Canadá o EE UU ya han sonado las alarmas: su uso se ha restringido e incluso prohibido en algunas ciudades por los perjuicios al medio ambiente, a coches y a infraestructuras.
"Los coches alemanes tienen las chapas destrozadas a los cinco años por la oxidación que produce la sal". Tomás Torres, catedrático de química orgánica de la Universidad Autónoma de Madrid, añade que la sal inhibe la absorción de agua por las plantas, que se puede salinizar y alterar los flujos de los ríos. Torres afirma no obstante que su uso es necesario: "En Canadá se prohibió y los accidentes de tráfico se dispararon. Aunque hay otras opciones, ahora mismo en España es muy difícil sustituir el cloruro sódico". Sólo el Ministerio de Fomento usa 160.000 toneladas de sal al año.
Las alternativas son variadas: químicos como el acetato de calcio y magnesio, más biodegradable y menos corrosivo; orgánicos como arenas o gravillas, productos agrícolas residuales o la urea (usada en aeropuertos por el efecto negativo de la sal sobre los aviones). Todas tienen en común que su coste es muy superior al de la sal. En España, además del cloruro sódico se utiliza la salmuera (solución de sal y agua), que actúa más rápido y es efectiva en menores cantidades. Pero su uso no está aún extendido.
Pese a que los expertos inciden en que las cantidades que se usan no son preocupantes, Ecologistas en Acción denuncia que sí se daña la naturaleza. "En el puerto de Navacerrada se ven árboles secos al lado de la carretera y es debido a la sal", afirma Maria Ángeles Nieto, de la coordinadora madrileña de la ONG. "Después acaba en acuíferos, por lo que también perjudica a la fauna y podría acabar afectando al uso doméstico", añade. Juan José Vaquero, titular de química orgánica en la Universidad de Alcalá de Henares, afirma: "El efecto de la sal es transitorio porque acaba siendo arrastrada y diluida por el agua de lluvia".
Torres cree que en España no hay una alternativa clara a la sal porque las escasas nevadas no generan un debate que fomente la investigación. Para el catedrático, la mejor opción es "la salmuera mezclada con arena, lo más utilizado en países como Estados Unidos o Canadá".
La mejor cara del temporal la han visto las empresas salineras. La compañía que explota las de Torrevieja anunció en diciembre un ERE sobre casi un tercio de su plantilla, pero tras el temporal se vio desbordada por los pedidos, que se triplicaron, e incluso tuvo que establecer un turno extraordinario. José Luis Bernabéu, de Sal Coloma, reconoce: "El año pasado nos sobró la mitad de la producción y esta temporada ya hemos agotado las reservas y creemos que no va a sobrar nada".
Además de las instituciones que gestionan las carreteras, los particulares también están demandando sal. La mayorista Makro informó de un aumento en las ventas de sal gorda del 30%.
Las bonitas postales de paisajes blancos que ha dejado el temporal de nieve han sido también las de camiones esparciendo millones de toneladas de sal para hacer transitables calles y carreteras. El cloruro sódico o sal común es el compuesto más utilizado para deshacer la nieve por su eficacia y, sobre todo, por su bajo precio. Sin embargo, en países con intensas nevadas como Alemania, Austria, Canadá o EE UU ya han sonado las alarmas: su uso se ha restringido e incluso prohibido en algunas ciudades por los perjuicios al medio ambiente, a coches y a infraestructuras.
"Los coches alemanes tienen las chapas destrozadas a los cinco años por la oxidación que produce la sal". Tomás Torres, catedrático de química orgánica de la Universidad Autónoma de Madrid, añade que la sal inhibe la absorción de agua por las plantas, que se puede salinizar y alterar los flujos de los ríos. Torres afirma no obstante que su uso es necesario: "En Canadá se prohibió y los accidentes de tráfico se dispararon. Aunque hay otras opciones, ahora mismo en España es muy difícil sustituir el cloruro sódico". Sólo el Ministerio de Fomento usa 160.000 toneladas de sal al año.
Las alternativas son variadas: químicos como el acetato de calcio y magnesio, más biodegradable y menos corrosivo; orgánicos como arenas o gravillas, productos agrícolas residuales o la urea (usada en aeropuertos por el efecto negativo de la sal sobre los aviones). Todas tienen en común que su coste es muy superior al de la sal. En España, además del cloruro sódico se utiliza la salmuera (solución de sal y agua), que actúa más rápido y es efectiva en menores cantidades. Pero su uso no está aún extendido.
Pese a que los expertos inciden en que las cantidades que se usan no son preocupantes, Ecologistas en Acción denuncia que sí se daña la naturaleza. "En el puerto de Navacerrada se ven árboles secos al lado de la carretera y es debido a la sal", afirma Maria Ángeles Nieto, de la coordinadora madrileña de la ONG. "Después acaba en acuíferos, por lo que también perjudica a la fauna y podría acabar afectando al uso doméstico", añade. Juan José Vaquero, titular de química orgánica en la Universidad de Alcalá de Henares, afirma: "El efecto de la sal es transitorio porque acaba siendo arrastrada y diluida por el agua de lluvia".
Torres cree que en España no hay una alternativa clara a la sal porque las escasas nevadas no generan un debate que fomente la investigación. Para el catedrático, la mejor opción es "la salmuera mezclada con arena, lo más utilizado en países como Estados Unidos o Canadá".
La mejor cara del temporal la han visto las empresas salineras. La compañía que explota las de Torrevieja anunció en diciembre un ERE sobre casi un tercio de su plantilla, pero tras el temporal se vio desbordada por los pedidos, que se triplicaron, e incluso tuvo que establecer un turno extraordinario. José Luis Bernabéu, de Sal Coloma, reconoce: "El año pasado nos sobró la mitad de la producción y esta temporada ya hemos agotado las reservas y creemos que no va a sobrar nada".
Además de las instituciones que gestionan las carreteras, los particulares también están demandando sal. La mayorista Makro informó de un aumento en las ventas de sal gorda del 30%.
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